Experto en adaptar los clásicos, desde Shakespeare a Mozart, pasando por Mary Shelley, Kenneth Branagh reivindica la magia sin sentimentalismo en su versión de “Cenicienta”, un cuento de hadas que, en su opinión, sigue vigente y que defiende “la resistencia pacífica” y “la bondad”.
Magdalena Tsanis/EFE
“No quería una Cenicienta demasiado azucarada y sentimental. La clave era mostrar un personaje lleno de bondad, sin ser inocente, valiente y al mismo tiempo sofisticada, inteligente y fuerte. Esta Cenicienta representa un tipo de resistencia pacífica que hemos podido ver en Mandela o Gandhi”, explicó el director hoy a Efe.
La elegida para trasladar al siglo XXI a esa aspirante a princesa que popularizó Charles Perrault ha sido la británica Lily James, que ya apuntó maneras nobles en la serie “Downton Abbey”. Y para el príncipe encantador, el también británico Richard Madden, conocido como el Rey del Norte de “Game of Thrones”.
“Es bonito estar en una película con un final feliz, y no cubierto de sangre”, comentó el actor, de 28 años, que acompañó a Branagh en la presentación de “Cinderella” en Madrid.
La película acaba de debutar el pasado fin de semana en cines en Estados Unidos, directa en el número 1, con más de 70 millones de dólares de recaudación y llegará a España el 27 de marzo, con la aspiración de repetir el éxito de la “Maleficent” de Angelina Jolie, también de Disney.
La malvada en esta ocasión es una espléndida Cate Blanchet, que fulmina con la mirada, acompañada de Holliday Grainger y Sophie McShera -también de “Downton Abbey”- como las repelentes hermanastras, mientras que Helena Bonham Carter tiene su breve pero divertida aparición como hada madrina.
Aunque fiel al espíritu del cuento y de la película animada de Disney de 1950, Branagh, cinco veces candidato al Oscar en distintas categorías, introduce algunos cambios “sutiles” que “sumados hacen una gran diferencia”.
Para empezar, la historia se remonta a los orígenes de Ella (así es como se llama Cenicienta antes de que sus hermanastras la rebauticen), criada en una familia feliz, cuya madre le dejó una enseñanza antes de morir, que se repite como ‘leit motiv’ a lo largo de la película: sé valiente y buena.
Y en cuanto al príncipe azul, lo suyo no es tanto una búsqueda, como un encuentro fortuito, previo al famoso baile y a la pérdida del zapato.
“Cenicienta no está en la carrera por cazar al príncipe. Ella quiere conocer a un hombre llamado Kit -con el que se cruzó un día por casualidad en el bosque-, y que resulta ser príncipe”, subrayó el actor y director de títulos como “Much Ado About Nothing” o, más recientemente, “Thor” y “Jack Ryan”.
“También hemos tenido cuidado de no decir al final que fueron felices para siempre. Decimos que gobernaron bien, pero no que fueron felices para siempre. Hay una fuerte conexión entre ellos y mientras los vemos, están felices, eso es todo”, añadió.
“Pero lo más importante es que se trata de una relación honesta entre dos iguales, aquí nadie rescata a nadie”, puntualizó.
Para lograr ese equilibrio, el guion de Chris Weitz potencia el protagonismo del príncipe, que en la película animada de 1950 apenas aparecía en “dos o tres escenas”, recuerda Madden, inicialmente abrumado por un papel del que “todo el mundo tenía una idea previa”.
“A partir del guion y junto a Kenneth hemos tratado de encontrar el humor en el personaje; más que al príncipe, hemos dado importancia al joven, al hijo, al soldado, al amigo”, explicó.
En todo caso, aclaró, este príncipe puede ser encantador, pero no perfecto. “No es perfecto de ninguna manera, simplemente es consciente de quién es e intenta ser mejor”, precisó.
Madden se mostró especialmente entusiasmado cuando habló de la forma de rodar de Branagh, sin abusar de efectos especiales, y reconstruyendo las escenas con la máxima precisión y realismo.
Así, el enorme salón de baile del castillo, incluía suelos de mármol, una escalera gigantesca real, candelabros hechos a mano, kilómetros de terciopelo y miles de flores.
“Podías sentir la adrenalina del baile, con la música y la orquesta tocando en directo. Era como una obra de teatro”, afirmó.
No en vano, Dante Ferretti, diseñador de producción, realizó los escenarios de La Scala de Milán, la Ópera de la Bastilla de París o el Teatro Colón de Buenos Aires y creó diseños para óperas como “La Traviatta”, “Tosca” o “La Bohème”. EFE