En Estados Unidos, los empresarios se estrechan la mano. En Japón, se inclinan. Pero en todo el mundo, los directivos de aerolíneas participan en una cortesía propia: el intercambio de maquetas de avión.
Cuando las aerolíneas empiezan a volar a ciudades nuevas, llegan a acuerdos con otras operadoras o financian nuevos jets, estos modelos de alta calidad —por lo general, de dos pies (60 centímetros) de largo— son el fondo perfecto para las fotos, pueden ayudar a romper el hielo o sirven de atesorado agradecimiento.
Aunque una tarjeta de visita puede quedar rápidamente olvidada en un cajón del escritorio, las maquetas permanecen expuestas en escritorios de políticos y mediadores de la industria. El gobernador de Puerto Rico, Alejandro García-Padilla, tiene modelos de JetBlue, Lufthansa, Avianza y la operadora local Seaborne en su oficina. Cada empresa ha establecido o expandido el servicio a la isla desde que asumió el cargo en 2013.
“Es uno de esos regalos que la gente recibe y no mete en un armario”, señalo Jeff Knittel, que supervisa el alquiler de aviones para la financiera CIT Group Inc.
La fabricante europea de aviones Airbus recibió el año pasado 1.456 encargos de aviones de pasajeros de 67 aerolíneas de todo el mundo. También entregó otros 30.000 que había comprado, todos maquetas de modelos de Airbus.
La tradición de intercambiar estos modelos se remonta a varias décadas. Camine por la sede de cualquier aerolínea y podrá ver las filas de miniaturas, incluyendo algunas de la competencia.
Gerry Laderman, vicepresidente de finanzas y adquisiciones en United Airlines, ha coleccionado unos cuantos tras 30 años en el negocio. En su oficina de Chicago ya no caben, así que los nuevos se exponen en la vitrina del pasillo.
“Dejé de contar después de 100”, comentó. “Mi esposa ya no me deja llevar más maquetas a casa”.
Las figuras tienen su origen en la ingeniería aeroespacial, y en una era antes de las computadoras en la que se empleaban maquetas para diseñar aviones y probarlos en túneles de viento.
En 1946, dos trabajadores de Douglas Aircraft Co. abrieron Pacific Miniatures con el apoyo del fabricante de aviones. Era justo después de la Segunda Guerra Mundial, y Douglas se enfrentaba al desafío de convencer a los nerviosos pasajeros de que volaran.
“Se les pidió que fomentaran el romanticismo y el lujo del viaje aéreo”, indicó Fred Ouweleen Jr., actual propietario de la empresa conocida cariñosamente como PacMin.
La firma, con sede en Fullerton, California, creó grandes maquetas que mostraban el interior de las naves a personas que en su mayor parte nunca habían subido a un avión. Durante décadas fueron un elemento fijo en las agencias de viajes.
Pronto hubo demanda de modelos más pequeños que entrasen en escritorios y estantes. Son esos modelos, reducidos a una centésima parte de los aviones reales, por los que más se conoce a PacMin.
“En caso de incendio, creo que serían la primera cosa que se cogería y se sacaría del edificio”, comentó Ouweleen. AP