Los aficionados alemanes de la Fórmula 1 no podrán animar en su país a sus ídolos, Sebastian Vettel (Ferrari) y Nico Rosberg (Mercedes), ya que este año no habrá finalmente un Gran Premio de Alemania, a la que vez que aumentan las dudas sobre la viabilidad económica del modelo actual, reseña AFP.
Los responsables de los dos principales circuitos alemanes (Nürburgring y Hockenheim) confirmaron esta semana lo que todo el mundo presentía: no están preparados, ni uno ni otro, para asumir el riesgo financiero de acoger a la Fórmula 1, que cuesta entre 15 y 20 millones de euros en Europa y mucho más fuera del ‘Viejo Continente’.
Incluso con una escudería alemana vigente campeona del mundo, Mercedes-AMG, y un piloto cuatro veces campeón, Sebastian Vettel, que además se estrena este año con Ferrari, las masas no terminaron de verse seducidas. La prueba es que el año pasado sólo hubo 52.000 espectadores en las gradas de Hockenheim para asistir a la victoria de Rosberg, entonces líder del Mundial.
Desde 1960 siempre hubo un Gran Premio de Alemania en el calendario. Algunos años incluso hubo también un Gran Premio de Europa en Nürburgring, como añadido.
Era la época dorada de la Fórmula 1, cuando las audiencias batían todos los récords y cuando Michael Schumacher empezaba su carrera, que le llevó a conquistar siete títulos de campeón del mundo.
Pero todo quedó en el pasado: ahora son 425 millones de telespectadores anuales los que siguen esta competición, una cifra estimable, pero muy inferior a la del pasado.
“Es normal que las audiencias bajen porque la Fórmula 1 se emite ahora de pago en muchos países”, subrayó Jean Todt, presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), a finales de noviembre en el Gran Premio de Abu Dabi.
La bajada de audiencia ha hecho que sea más difícil convencer a los patrocinadores y las escuderías han tenido que redoblar los esfuerzos para encontrar la financiación.
– Modelo económico obsoleto –
Sólo hay tres auténticos patrocinadores-titulares en la Fórmula 1: Petronas con Mercedes, Infiniti con Red Bull y Martini con Williams, los tres primeros equipos del campeonato de 2014. Los otros son más ‘presta-nombres’ o patrocinadores menores.
En el Gran Premio de Australia, el pasado domingo, sólo quince monoplazas tomaron la salida. Faltaba el español Fernando Alonso (McLaren), que estaba recuperándose de un accidente, ni el finlandés Valtteri Bottas, revelación de 2014 pero que se lesionó en las calificaciones. Tampoco los dos Manor (ex Marussia), que no estaban preparados. Fue un récord desde 1970 y un síntoma más de la enfermedad de la Fórmula 1.
“Hay que dejar de hablar de la Fórmula 1 de manera negativa”, pidió Totto Wolff, ‘Team Principal’ de Mercedes-AMG.
La distancia entre la Fórmula 1 y los fans se ha incrementado y también entre las escuderías, ya que los ‘Top Teams’ tienen presupuestos cómodos (300 millones de euros anuales, de media) y el resto mucho más reducido (de 100 a 120 millones de euros, los años en los que van bien).
El modelo económico de la F1 parece obsoleto, pero no hay grandes decisiones para cambiarlo, ni por parte del patrón Bernie Ecclestone, ni de la FIA, del F1 Strategy Group, ni la F1 Commission. Sólo el futuro determinará si la situación se agrava o se reconduce.