Son asombrosas las historias que escuchamos en relación al bachaqueo, nuevo oficio que se ha instaurado en nuestro país gracias a la absurda política de control de precios que sirve para que muchos se enriquezcan, fomentando la corrupción que ha permeado a una gran parte de la sociedad. Les narro lo que me ocurrió: fui en horas de la tarde a una tienda de expendio de electrodomésticos, al llegar me percato que todas las vitrinas están tapadas con papel y las puertas cerradas. Me dicen no puede entrar, se reparten números dos lunes al mes. “Venga tempranito, si es posible en la madrugada porque viene mucha gente”, me comenta el vigilante. Una vez que se obtiene el numerito, la persona va el día de la cita, a comprar lo que haya, no lo que necesita. “Si hay cocina, compre la cocina porque si no la va a usar, al salir ya tiene quien se la compre en efectivo, nunca pierde su plata”.
El señor sigue comentando: “Los bachaqueros venden los números en diez mil bolívares y la gente lo compra porque no consigue neveras, televisores, lavadoras. Muchos se están haciendo ricos, hasta yo estoy pensando dejar de trabajar para meterme a bachaquero, porque como vigilante el dinero no me alcanza”. Seguí recorriendo comercios y en la mayoría, efectivamente, no hay productos de línea blanca, es decir, que si usted se le daña la nevera y no consigue el repuesto, que es otra de las calamidades que debemos enfrentar, pues le costará mucho conseguirla y si la halla, quizá tenga que pagar sumas exorbitantes a los revendedores.
Igual sucede con las baterías para los vehículos, ya han instaurado un servicio exprés: cobran hasta 6 mil bolívares, con la comodidad de que van hasta la casa o al trabajo, te la instalan con la única condición de entregar la dañada. Leía hace unos días que en un operativo de venta de cauchos, muchos hicieron cola sin saber que se exigía que el carro estuviese a nombre del comprador. Narraba un muchacho que el carro era de su papá, un señor de 85 años, por lo que él se ocupaba de esas tareas, pese a su argumento, perdió 14 horas de cola porque no le permitieron la compra. Ya es conocido que los productos de la cesta básica los venden con sobreprecio, en kioscos, en la calle, muchos se ven obligados a comprar porque no pueden destinar parte de su vida a hacer colas para adquirir lo que salga. Estas insólitas historias no son dignas de un país serio. El gobierno sigue esgrimiendo la “guerra económica” para justificar la escasez, menospreciando la inteligencia de los venezolanos y de los que desde el mundo se enteran de esta absurda, vergonzosa y lamentable situación. La gente decente sufre en silencio, mientras los corruptos están de fiesta.
*Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente
@alvareznv