Estados Unidos no es el enemigo de Venezuela ni de la democracia, de la libertad o de los derechos humanos. Todo lo contrario. Con fallas y circunstanciales errores, ha sido ejemplo de lealtad con principios y valores que compartimos. Con esto quiero decir que no tengo complejos patrioteros con relación a los norteamericanos. En lo fundamental los considero aliados de primer orden frente a amenazas comunes que nos afectan.
Para que nadie se equivoque, repito lo dicho en variadas circunstancias. El verdadero enemigo de los venezolanos es el régimen que gobierna bajo la dirección de la dupla Maduro-Cabello. A las pruebas me remito. La mayoría nacional está muy de acuerdo con las conclusiones de múltiples diagnósticos existentes. El ciudadano común de Venezuela tiene la misma percepción, tanto en referencia a la citada dupla como en lo relativo a la visión que tiene de Estados Unidos. Todo lo demás es falso. Mentiras podridas que tratan de vender con mil millonarias campañas de publicidad, amenazas y apelación a la violencia física e institucional para silenciar la verdad y encubrir el montón de escándalos de calificados representantes del régimen. Han sido progresivamente descubiertos y aún faltan cosas por conocerse. El régimen, lejos de asumir su responsabilidad e investigar y sancionar, pretende disimularla. Criminalmente apela hasta a los niños de escuelas primarias para manipularlos al servicio de intereses encubridores. Inaceptable.
Millones de dólares gasta el régimen para proyectar una imagen artificial, alejada de la realidad, pero alimentada por unos petrodólares cada día más escasos. Hemos seguido las actuaciones de Ernesto Samper y las jornadas especiales de Unasur, del Alba y la presencia en Caracas de Raúl Castro. También de la reunión extraordinaria de cancilleres de la OEA, escenario de los ridículos históricos del embajador Chaderton y de la Ministra de Relaciones Exteriores de Venezuela. Pena ajena y pena propia dan estos protagonistas de la opereta bufa que nos presenta como víctimas de Estados Unidos para “robarnos nuestro petróleo”, como si nadie supiera que se trata del mejor cliente y principal pagador que el país tiene por un producto que ya prácticamente ni siquiera necesitan, con sus necesidades básicas cubiertas.
Además de los casos concretos señalados, el régimen venezolano es una amenaza para Estados Unidos, el resto del vecindario y el mundo, por vinculaciones con el narcotráfico y el terrorismo mundial, incluido el extremismo islámico.
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