Ana María Matute: G2 vs pasividad opositora

Ana María Matute: G2 vs pasividad opositora

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No imaginan lo afortunada que soy. O sí. Algunos creerán que exagero y que estoy loca. Hablo de que tengo la ventaja de leer antes que ustedes muchísimos textos; también de saber antes que ustedes, que de eso se trata el periodismo y mi mayor adicción: saber.

Semanalmente leo y escucho muchas cosas, tengo para aprender, para soñar, para gritar, para llorar, para rabiar. Vivir del periodismo real en esta época es una montaña rusa de emociones.

La ventaja añadida es el trabajar para esta sección de Opinión, en la que tengo tantas firmas importantes. De todos aprendo un poquito. Somos una familia muy grande y de mucha tradición, que ahora hemos trasladado a la web. Aún recuerdo que era la sección favorita de mi padre, y mi mamá aún la lee con absoluta fidelidad. Esta variedad de opiniones me deja ver las tendencias que hay en el ambiente pensante de esta sociedad tan enferma.

 

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Hay cosas que no puedo callar. El debate de las redes y de los medios estos últimos días ha sido aquello de la declaración de Venezuela como amenaza para Estados Unidos.

Estoy realmente sorprendida por la cantidad de gente que está de acuerdo y cae en la trampa de afirmar el mismo mensaje estratégico (elaborado por el G2) del gobierno: Venezuela no es una amenaza, es una esperanza, Obama, deroga el decreto. ¡Puaj!

Lo cierto es que lo volvieron a hacer. La MUD lanzó un comunicado, tímido, diría yo. No faltará quien diga que me paso de la raya criticando a la mesa, si es que me declaro de oposición. Lo que pasa es que creo que ya pasó la hora de la tibieza.

Y frente a ese comunicado unitario, Maduro, sin dotes ni carisma, se ha lanzado en una campaña a todas luces electoral para que el “pueblo” conozca y rechace eso que pretenden los gringos de declarar a Venezuela como una amenaza.

Sé, estoy completamente segura, de que la idea no es de Maduro. Y sé que lo de Obama es como hacerle la “pata de gallina” al régimen para que agarre un respiro. Pero no culpo al gobierno de Estados Unidos, mi rabia es con la oposición.

Hay tanta gente inteligente que se opone al gobierno. Tanta gente con sapiencia en cuestiones diplomáticas, más allá de la de cierto embajador deshumanizado, que podría empezar una campaña para explicar en qué consiste realmente esa declaración de Obama. ¿Y dónde están? Claro, escribiendo en El Nacional. Pero está visto que eso no basta, un solo palo no hace montaña.

En cambio, el G2 ha preparado para los maduchavistas una campaña por medios (que los tienen todos) y redes sociales para “explicarle” al “pueblo” lo malo que son los gringos y que nos quieren invadir. Yo lo siento, pero estoy cansada de subestimar a los maduristas y mucho más a los cubanos. De que saben construir mensajes, saben. Desde Goebbels no hay nada más fácil, y en aquella isla llevan 50 años de éxito probado.

Si los cubanos van a decirles a los venezolanos qué pensar con respecto a Obama y su gobierno; si Maduro ya se aprendió el discurso y los mensajes clave que repite a diario por horas; si las redes sociales manejadas con dineros públicos van a twittear, poner en Facebook, en Instagram y demás que “Venezuela no es una amenaza, es una esperanza”, ¿dónde están los comunicólogos de la oposición desarrollando la campaña que diga: “Las sanciones son para unos cuantos venezolanos maduchavistas corruptos”?

Yo me ofrezco para construir mensajes y difundirlos, tengo cierta experiencia en eso, y hasta para entrenar a los voceros opositores que quieran decirlos a cada rato por todos los medios que nos queden. Pero no puede ser que seamos tan pasivos, que tengamos las gríngolas adosadas ya a nuestra cara y solo veamos las elecciones parlamentarias como meta.

Si no convencemos a la gente, no hay elecciones que valgan.

“Hay siete sancionados por corrupción” no puede ser el mensaje, porque esa palabra “corrupción” para la gente común es muy difícil de asir. “Las sanciones de Obama son contra ladrones y narcotraficantes”, #LodeObamaNOesconmigo, podrían ser más claros para la gente. No hace falta repetirlo mil veces, como decía aquel, para que se conviertan en verdad, y por las pruebas nos remitiremos a Obama.

 

Publicado originalmente en el diario El Nacional (Caracas)

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