La hiperactividad de los niños se puede combatir de diversas formas. Normalmente agotarlos hasta la extenuación es el método más habitual, aunque si hablamos en términos de eficiencia el rito más usado es encadenarlos en lo alto de un campanario, esperar a que se nuble el cielo y suplicar a Nyarlathotep que se los lleve al más insondable de los abismos cósmicos donde no hay tiempo, sólo caos, sufrimiento y novelas del oeste.
Atsushi Shiraishi es uno de esos padres pacientes a los que no les importa nada de lo que he dicho y quieren a sus hijos sobre todo lo demás. Yo tampoco lo entiendo.
El caso es que para mantener a su hija ocupada y al mismo tiempo obligarla a que se ejercite, ha diseñado el Trepador de Padres, una especie de gimnasio para vástagos que se basa en la energía del padre, a su vez sostenida por el ánimo implacable que da el no querer quedar como un viejo destrozado delante de tu retoño.
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