Los vecinos aún le temen a los funcionarios de la policía científica que se acercan al sector. Una persona que comía en un puesto de comida resultó herida en el mismo hecho donde mataron a la hija del cónsul, publica La Verdad.
Por José Antonio González / Maracaibo / [email protected]
En la calle 8 del barrio Teotiste de Gallegos nadie conocía a Karen Berendique Betancourt; de hecho, las fotografías retratadas en las primeras planas de los diarios regionales y nacionales presentaron -sin vida- a una “princesa” con un disparo fulminante en la cabeza. Fue la noche del pasado 16 de marzo de 2012.
De la balacera en el barrio hay pocos testigos; un señor identificado como Darwin Medina, de quien solo se conoció que era obrero y estaba comiendo en la tostada Los Cuatro Hermanos, ubicada en la casa 23-59 de la calle.
El encargado de la venta de comida rápida, en ese entonces, contó a La Verdad lo que recuerda: “Una lluvia de balas, parecía una guerra. Solo recuerdo una camioneta que corría en retroceso, motos que la seguían y disparos que solo iban en contra de la unidad en fuga”.
“Este señor, Darwin, vive en el barrio La Lucha. Comía tranquilamente, pero al escuchar el tiroteo y recibir un disparo en la pierna derecha decidió saltar hacia dentro del negocio. La pared recibió varios disparos. Iban sin sentido. Pudieron ser más los muertos”.
La calle de la mala muerte
A tres años del hecho, La Verdad retomó el recorrido que emprendieron los hermanos Berendique en su huida de lo que en un principio creyeron eran secuestradores.
La camioneta se desplazó en reversa a toda marcha y giró el rumbo a la izquierda en la avenida 22, allí Fernando Berendique, hermano de la fallecida, emprendió huida de frente.
“Yo estaba acostado cuando siento el poco de disparos; no podía salir porque estaba recién operado de una pierna. Solo me escondí hasta que pasara todo. Nunca salí”, contó un vecino, quien se hizo llamar Willian Narvae. “Hay que cuidarse, no sea que vengan los petejotas por nosotros”.
“Cuando ellos iban cerca de su casa, el muchacho pidió ayuda; la gente salió y por eso se salvó. Gracias al barrio ese chamo aún cuenta su historia”.
Al siguiente día seguía el silencio, pero nadie podía salir. “Aquí llegaron los petejotas y empezaron a recordar el caso; hicieron un simulacro con un carro en marcha buscando evidencias. La calle era de ellos, el miedo reinaba en todos”.
“Pasó por aquí y las patrullas los seguían. Yo estaba en mi cuarto cuando sentí que las balas llovían sobre el techo de metal de mi casa; menos mal no pasaron”, explicó Cira González, vecina del sector con más de 65 años viviendo en Teotiste. Aquí la gente no conocía a la muchacha; pocas personas se sientan en el frente de su casa a conversar, ahora menos. Esto es muy oscuro de noche”, enfatizó.
El sector se tornó aún más hosco, en silencio. Todos recuerdan la noche, el rechinar de los neumáticos y las balas que cortaban el viento y estremecían el armazón de un vehículo. La calle la reconocen como el “lugar donde mataron a la hija del cónsul chileno”. Para dar una dirección, “a veces no dicen la calle 8, sino ‘donde se volvieron locos los policías’”.
La iglesia lloró a una hermana, una hija del señor. Leonel Visbal, sacristán de la iglesia San Ramón Nonato, en la urbanización Monte Bello, al norte de Maracaibo, recordó cómo era Karen a 36 meses de su ausencia.
“Karen era una niña humilde, dada a servir, ayudaba a quien podía. De hecho, cuando se hacían actividades, ella participaba junto con su familia. Era muy cercana a nosotros, siempre venían a escuchar la palabra de Dios”.
“El pasado 16 de marzo se realizó la misa junto a la comunidad, recordando y pidiendo al señor paz a su alma en los cielos. Son tres años sin verla entre las sillas de este templo”.
Los días siguen sumándose a la angustia de una familia: El polvo de una habitación sin tráfico, de una cama sin el peso de un cuerpo y un espejo que ya no refleja a la que sería “la reina del hogar Berendique Betancourt”. Pese a ello Fernando Berendique Benavente, padre de la víctima, sigue esperando por justicia.
El mismo sentir arropa a las familias de los policías que dicen no tener responsabilidad en el homicidio sin causa, pero la muerte visitó solamente a la familia del diplomático.
El caso aún es procesado en Caracas y los policías siguen detenidos, a la espera de una sentencia “justa para todos”.