Cinco de la manaña, solo la oscuridad y el temor a ser víctima de la delincuencia acompañan a Norma Zambrano. El vigilante del edificio donde está residenciada la ayudó a empujones a encender el vehículo. Pasó cinco días con la batería dañada hasta que se dio cuenta que no tenía más opción y que debía hacer una cola desde el amanecer. Llegó y ya más de 80 personas se le habían adelantado. Su cara de decepción fue evidente y necesaria para que un joven se le acercara y le pidiera mil 500 bolívares por el número 15 de la fila. No era la primera oferta que hacia el muchacho de no más de 20 años, y tampoco la única que fue rechazada. Por Dayrí Blanco/El Carabobeño
En un verdadero negocio matizado de corrupción se ha convertido la venta de acumuladores en la región, desde que el 12 de noviembre de 2013 el presidente del extinto Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a Bienes y Servicios (Indepabis), Eduardo Samán, anunció la ocupación temporal de las empresas Tintan y Duncan por una serie de irregularidades como especulación y ofertas engañosas. Dos días después se publicó la lista de nuevos precios. Desde ese momento el abastecimiento del producto no se ha normalizado.
Desde las 10:00 p.m. en todos los centros autorizados para vender el producto comienzan a llegar quienes se dedican a la venta de cupos. Los precios varían según la hora que llegue el cliente. La oferta que rechazó Norma se incrementó a las 10:00 a.m., cuando comienzan a cobrar dos mil 500 bolívares. Y si alguien como Jesús Mendoza llega a las 7:00 a.m. debe desembolsillar dos mil bolívares por el número cuatro de la cola.
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