Viajar a Japón es como atravesar un túnel del tiempo en dos direcciones. En ese destino conviven las tradiciones más ancestrales con la tecnología más avanzada, una mezcla fascinante que suele dejar al viajero en estado de shock permanente y con unas ganas irremediables de volver cuando pones un pie en el avión que te lleva de regreso a casa. Desde ese momento, serás un adicto al país del sol naciente, y eso solo se cura retornando cada cierto tiempo. Travelandexchange
Pero empecemos por el principio. Pongámonos en el supuesto de que vas a viajar a Japón por primera vez la próxima Semana Santa y solo dispones de 10 días en destino. El tiempo es un hándicap muy importante a la hora de explorar un archipiélago de casi 7000 islas con tanto que ofrecer al viajero, así que vamos a ayudarte recomendándote qué ver en tu primer viaje de 10 días a Japón.
Tokio, la ciudad infinita
Tokio es una metrópoli tan fascinante que el viajero podría vivir allí varios años y no acabaría nunca de sorprenderse. Si sumamos la ciudad y su área metropolitana, nos encontramos con una población similar a la que vive en España, pero en un espacio mucho más reducido. Eso provoca el nacimiento de ciudades verticales donde los rascacielos forman un bosque de cemento, acero y cristal que se ilumina cuando se pone el sol con miles y miles de neones.
Torii del Meiji Jingu
En Tokio, recomiendo visitar la espectacular Lonja del Pescado de Tsukiji, el pintoresco parque de Yoyogi un domingo por la mañana, el santuario Meiji Jingu, el precioso templo budista Senso-ji, el futurista barrio portuario de Odaiba, las vibrantes zonas de Shibuya, Harajuku y Ginza o el peculiar barrio de Akihabara, donde conviven otakus y amantes de las nuevas tecnologías.
Akihabara, barrio tecnológico de Tokio
Nikko y sus santuarios sagrados
Nikko está al norte de Tokio y lo puedes visitar en una excursión de un día para dormir de nuevo en la capital de Japón. Se trata de uno de esos complejos antiguos, solemnes y cargados de historia que merece ser saboreado con calma. La importancia de Nikko reside en la figura del gran shogun Tokugawa Ieyasu, que antes de fallecer en 1616 decidió que en Nikko reposarían sus restos. Su decisión fue acatada por su nieto Tokugawa Iemitsu, quien erigió un santuario de una belleza extraordinaria. La combinación de santuarios y parajes naturales convierten a Nikko en un lugar de visita obligada en un primer viaje a Japón.
Complejo de Tosho-gu, en Nikko
Kioto, la ciudad de los mil templos
La antigua ciudad imperial de Kioto es una de las que menos sufrieron con los bombardeos de la II Guerra Mundial, por eso conserva ese halo del antiguo Japón con sus barrios peatonales con callejones secretos y tejados de estilo tradicional. Para llegar a Kioto desde Tokio podemos tomar el impresionante tren bala que en cierto modo hace las veces de túnel del tiempo. El Shinkansen Nozomi, que es el más rápido de Japón, tarda de Tokio a Kioto entre 135 y 140 minutos.
Esta urbe sagrada destaca por sus más de mil templos, entre los que resaltan Kiyomizu-dera, que esPatrimonio de la Humanidad por la Unesco, Sanj?sangen-d? y sus más de 1000 estatuas de Buda, el célebre pabellón dorado, que volvió loco a un monje en la novela homónima de Yukio Mishima, y, por supuesto, el Fushimi Inari y sus decenas de puertas rojas. También es interesante una visita al castillo de Nijo, al barrio de Gion donde todavía se puede ver a las geishas y maikos o el bosque de bambús de Arashiyama.
Kinkaku-ji, en Kioto
Nara, la primera capital de Japón
Ciudad con solera ubicada cerquita de Kioto en la que los ciervos (que son animales sagrados) campan a sus anchas. Nara fue la primera capital de Japón y tiene algunos lugares muy interesantes para el viajero. Destaca el templo Todai-ji, el edificio de madera más grande del mundo. En su interior habita el Daibutsu-den, una de las mayores figuras de bronce del planeta. El buda mide unos 16 metros de alto y fue fundido con 437 toneladas de bronce y 130 kilos de oro. Otra visita imprescindible de Nara es el Kasuga-taisha, un lugar que se ha hecho célebre por sus linternas de piedra y bronce, los ciervos y el Mant?r? o festival de los farolillos.
Ciervos y linternas de piedra en el Kasuga-taisha de Nara
Recuerdos de Hiroshima, encantos de Miyajima
Hiroshima es uno de esos lugares que nos recuerda lo vil y mezquino que puede llegar a ser el hombre. Para comprenderlo, hay que visitar el Parque Conmemorativo de la Paz, la Cúpula Genbaku y el Museo Conmemorativo de la Paz, donde se te remueven las entrañas. Para recuperarte de esa durísima, pero ineludible, visita nada mejor que una escapada a la isla sagrada de Miyajima. Su estampa más famosa es el célebre torii semisumergido de 16 metros de altura, que es una de las imágenes más famosas de Japón, junto con el monte Fuji.
Cúpula Genbaku, edificio destruido por la bomba de Hiroshima
Osaka, final de trayecto
O principio, ya que el futurista aeropuerto internacional de Kansai también puede ser la puerta de entrada a Japón. Osaka es el contrapunto perfecto a Tokio y un final de viaje alegre y vital. Su castillo o edificios como el Umeda Sky Building son de una plasticidad enorme. También es imprescindible tomarle el pulso a la ciudad en la zona e Dotonbori (para hacerse la típica foto con el cartel de Glico) o gastar algunos yenes (que podrás cambiar por tu moneda en Global Exchange) en las modernas tiendas de Amerikamura.
Foto de portada: Miyajima.