Cada vez que un venezolano muere tras ser ruleteado por varios centros asistenciales, de donde ha sido rechazado por que no hay insumos, o porque los aparatos están dañados, o porque los quirófanos no están operativos, ese venezolano no muere a consecuencia de la “casualidad”, ni de la “mala suerte”, ni porque “le llegó su hora”: Ese venezolano muere víctima de la corrupción, porque con certeza para dotar a esos centros asistenciales se aprobaron miles de millones de bolívares, dinero que hoy debe estar transformado en dólares o en euros, reposando y ganando intereses en la cuenta secreta del algún ex – alto funcionario, testaferro, “asesor”, barragana o similar rojo-rojito en Andorra, Madrid, Suiza o cualquier otro paraíso fiscal.
Cada vez que un policía venezolano muere a manos del hampa por estar armado de manera más deficiente que el hampón, o porque su chaleco antibalas esta vencido, o porque no pudo pedir refuerzos porque el radio está dañado, o porque el teléfono del “cuadrante” no tiene ni saldo, ese policía no muere “por accidente”, porque “esas cosas pasan”, porque “qué se le va a hacer”: Ese policía muere víctima de la corrupción, la misma que lo obligaba en vida a pagar de su bolsillo hasta las reparaciones de su vehículo-patrulla o los detalles de su uniforme, la misma que dota al hampón de armamento moderno, fusiles de asalto y granadas fragmentarias…
Cada vez que el negocio de una señora en el barrio o que el emprendimiento de un ciudadano en el centro comercial quiebra porque sucesivos apagones (dos, tres, cuatro, hasta ocho en un mismo día, dependiendo de la región) terminan por dañarle la mercancía que tiene refrigerada, o porque las fallas eléctricas les queman los aparatos que necesitan para trabajar, o porque a pesar del pésimo servicio la factura mensual se le hace económicamente insostenible, esa quiebra no es consecuencia del “fenómeno del Niño”, o “de la Niña”, o del “consumo inconsciente”: Esa quiebra es consecuencia directa de una corrupción monstruosa, la misma que promovió la aprobación de “leyes de emergencia eléctrica” para, bajo su amparo, realizar erogaciones multimillonarias comprando plantas termoeléctricas que nunca se armaron, adquiriendo contaminantes plantas diésel reconstruidas y canceladas como nuevas que además tampoco funcionaron, realizando contratos lesivos a la Nación para construir plantas hidroeléctricas que jamás se terminaron… Millones, millones, que se transformaron en costosas propiedades que unos corruptos, “boligrandes” y “bolichicos”, tienen allá en el Norte, donde nunca se va la luz…
Pero es que hasta en la intimidad del baño de su casa usted y los suyos son víctimas de la corrupción en la Venezuela del Diosdado-Madurismo: Cada vez que Ud. se baña y siente escozor en la piel porque el agua que sale de la ducha en vez de refrescarlo lo irrita; O cada vez que su hijo pierde clase porque tiene que llevarlo a consulta médica ante la reiteración de cuadros diarreicos y otros malestares estomacales, eso no ocurre porque su piel sea demasiado sensible, o porque el estómago de su niño sea demasiado frágil: Allí, en la cotidianidad de su casa, en el sencillo acto de bañarse con agua que tiene exceso de cloro o de aluminio para tapar el mal olor consecuencia de una deficiente potabilización, en el normal acto de que sus niños se cepillen los dientes con el agua contaminada que sale del grifo, allí usted y los suyos están siendo víctimas de la corrupción infame, de esa que ha “distraído” los recursos destinados a la construcción de plantas potabilizadoras, de esa que supone que restringiendo la información sobre los indicadores de calidad del agua puede invisibilizar a las víctimas.
En cada dimensión de la vida Ud. puede encontrar el peso, el costo, la humillante sombra de la corrupción: en el difícil acceso a los alimentos, ahora escasos porque el gobierno destruyó la producción nacional para hacernos dependientes de las importaciones y luego permitió el robo impune de los dólares que eran necesarios precisamente para importarlos; En la cada vez más escabrosa dificultad para conseguir productos esenciales para construir o reparar una vivienda (cemento, cabillas, etc.), bienes cuya producción, distribución y comercialización son controlados totalmente por el gobierno; En la realización del trámite más básico ante un organismo público, en la búsqueda del documento más indispensable, allí usted se encontrará cara a cara con esa realidad: La corrupción no es un “discurso”, es un atraco. Y la víctima de ese atracador que es el corrupto es usted, usted y los suyos, usted y quienes como usted integramos la determinante mayoría de los venezolanos que nos resistimos a vivir regidos por los dictados de un Estado Malandro, bajo la anti-ética de los saqueadores.
Por eso, porque nos resistimos, porque tenemos la determinación de combatir y vencer la corrupción, este texto tiene una intención que va más allá de la denuncia: En realidad, este texto es una invitación. Lo invitamos a que comparta con nosotros, con el país y el mundo, esa historia personal en la que usted, su hogar, su familia, sus vecinos, se han visto afectados por la corrupción concreta, la del día a día: Ya se trate de cuando en el Consejo Comunal los recursos y materiales para la reparación de humildes viviendas se quedaron monopolizados por la macoya, por la rosquita que dio ayuda solo a sus familiares, amigos y “camaradas”; Ya se trate de cuando en el Ministerio lo obligan a marchar o a firmar mediante memorandos enviados por la Dirección de Recursos Humanos; Ya se trate de cuando para tener acceso a una vivienda construida por la Gran Misión Vivienda Venezuela tiene usted que pertenecer a “la cuota” del dirigente pesuvista tal o cual, o tiene que sacar de su bolsillo cientos de miles de “argumentos” más poderosos que ningún estudio socioeconómico; Envíenos su historia, corta, sin adornos, porque no hay nada más contundente que la verdad. S i lo considera necesario, proteja su identidad. Pero no deje de comunicar su realidad, porque en la denuncia está el principio del fin de la impunidad.
Envíenos su texto ésta semana a [email protected], o al Facebook de La Fuerza Es La Unión, o suba directamente su historia condensada en 140 caracteres en la red social twitter con el numeral #CartasVEhonesta. Nosotros verificaremos la información, y leeremos estas historias cada madrugada en #LaFuerzaEsLaUnión por Radio Caracas Radio, además de publicarlas en el sitio web e incluso remitir algunas a periodistas de investigación para que profundicen en las denuncias realizadas, de ser el caso.
Porque nadie puede saquear un país al que le entraron un millón de millones de dólares en 12 años, y no ser descubierto; Porque vencer a la corrupción no es sólo un tema de lograr el retorno de los capitales saqueados, sino que es un asunto de identidad nacional, de recuperar nuestro perfil de pueblo trabajador y estudioso, que en los años de la República Civil hizo del esfuerzo y el conocimiento sus herramientas fundamentales para mejorar la vida y ascender socialmente. Porque es necesario, en fin, pasar de la protesta a la propuesta, envía tu historia, para que sean muchísimas las Cartas De La Venezuela Honesta. Para mostrar al mundo el verdadero rostro de Venezuela. De esta Venezuela que se parece a ti y a tus hijos, a tu esfuerzo, a tu dignidad como ciudadano y como pueblo. De esta Venezuela democrática y honesta. De esta Venezuela que avanza unida, porque sabe que #LaFuerzaEsLaUnión!