El próximo viernes Panamá será testigo y sede del evento. Aspiramos que valga la pena. Sería altamente decepcionante repetir los bochornosos espectáculos del montón de encuentros multinacionales de los últimos tiempos. La Unasur de Samper, el Celac, Alba y hasta la reunión extraordinaria de cancilleres convocada por la OEA, dejaron la impresión de que se trata de clubs de gobiernos y no de auténticas expresiones de naciones que significan mucho más que los intereses circunstanciales de sus gobiernos. En todas estas jornadas el régimen venezolano ha buscado la complicidad del área ante Estados Unidos, el imperio agresor, que aspira “robar” nuestro petróleo, desestabilizar al gobierno, acabar con la economía y, de esta manera, echar las bases para la “invasión” territorial.
Ojalá y en Panamá puedan cumplirse los deseos del anfitrión. No salirse de la agenda planteada y de los temas preseleccionados para ser considerados. Será difícil. Las informaciones que nos llegan refieren de múltiples actividades paralelas dirigidas y financiadas por las cabezas del régimen venezolano, la nefasta dupla Maduro-Cabello. Hasta movilizaciones aéreas se han producido dentro de la idea de hacer una suerte de cumbre paralela para “derrotar” al imperio y proyectar una imagen de solidaridad que haga olvidar el rechazo de más del 80% de la población a estos señores. Se les empañó la visión, pero el poder corrompe y ha sido dicho que el poder absoluto corrompe absolutamente. Los escándalos están a la vista.
Tomar posición no es difícil. Basta con repasar las relaciones y alianzas internas, continentales y mundiales del régimen para concluir que el gobierno venezolano es la amenaza fundamental del ciudadano común, de la nación en sentido amplio. También lo es para otros países habida cuenta de la galopante corrupción y de la colaboración abierta y encubierta, con estructuras al servicio del terrorismo internacional y del narcotráfico. Estados Unidos no es el enemigo de la democracia, ni de la libertad, ni del ejercicio pleno de los derechos humanos. Es una de las víctimas más importantes del narcoterrorismo. Esto está a la vista de propios y extraños.
Exigimos honestidad y transparencia en esta VII Cumbre. Estaremos atentos como siempre. Advertimos que no somos neutros, “imparciales” o calculadores oportunistas. Tenemos principios y valores que respaldamos con nuestras palabras y acciones.