El 8 de marzo pasado, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, emitió una Orden Ejecutiva que ha sido y seguirá siendo objeto de múltiples controversias y manejos políticos. Pero lo que para Washington tiene unos objetivos y previsiones legales, para el Gobierno de Nicolás Maduro ha sido un pretexto para una alharaca de patriotismo y una nueva Ley Habilitante cuyas consecuencias aún desconocemos y de las cuales iremos sabiendo muy pronto.
Se ordenó una histérica recolección de firmas tanto dentro como fuera del territorio, se realizaron los más diversos esfuerzos no solamente en la Asamblea Nacional, sino también en UNASUR, ALBA, MERCOSUR, los 77 + China y quien sabe cuántos organismos mas. Presidentes y gobiernos interesados en las riquezas que le van quedando a Venezuela, han hecho lo fácil, expresar su rechazo a la Orden Ejecutiva de la Casa Blanca, saludo a la bandera de ocho que no los compromete en lo que realmente cuenta, los negocios con la otra, la del montón de barras y estrellas.
Pero de toda la maraña patriotista que el Presidente obrero y sus colaboradores esperan les sirva para salvar lo que se pueda en las próximas elecciones parlamentarias, vamos a centrarnos en la que puede ser más peligroso para el ciudadano de a pie.
Años atrás ya se hizo algo similar, las infames listas llamadas Tascón y Maisanta, que tanto daño hicieron, hacen y harán a la familia venezolana. Listados denigrantes por los cuales ciudadanos honestos y decentes, por emitir legítimas opiniones quedaron marcados, sin trabajo, sus hijos sin escuelas, listas anticonstitucionalmente excluyentes y elaboradas por almas canallas, relación tan perversa que el Tribunal Penal Internacional la declaró como “el nuevo apartheid político”. Una muestra de vergüenza para Venezuela es que sus promotores jamás han pagado por esa agresión y siguen impunes. Y más grave aún, se atreven a postularse pretendiendo ser electos por sus víctimas. Desvergüenza y cinismo sin límites. Una mancha negra y muy grave para la política y los políticos venezolanos que están obligados a finiquitar esa deuda con los ciudadanos.
Ahora tenemos una nueva lista de cooperantes voluntarios, los menos, y de cooperantes a la fuerza, los más, que firman contra el decreto gringo que, según Maduro, se prepara para invadirnos. Conociendo la saña implacable con la cual este Gobierno ha tratado y trata a todos los que no están de acuerdo con él, hay que preguntarse, con angustia, que pasará con aquellos que se nieguen a firmar por la razón que tengan, los que están ejerciendo su derecho de libre albedrío, su voluntad, su potestad constitucional de no ser borregos del Gobierno que los califica desde ya de cobardes, anti patriotas, sinvergüenzas, pro yanquis, apátridas y, lo más grave, de traidores a la patria.
Porque ya un diputado oficialista está amenazando con cárcel a quienes no firmen, pues por no firmar, según ese diputado, son traidores a la patria, y entonces no sólo deben ir presos sino que además el diputado considera que esas prisiones deben ser aún más largas.
¿Se animará el Presidente de la nueva lista de la infamia a sancionar a quienes no han querido firmar sus alardes propagandísticos? En la Cuba de sus delirios los traidores a la patria –es decir, todos los que no estuvieran de acuerdo con los Castro, el Che Guevara y otros asesinos- se llevaban al paredón o purgaban largos años de encierro. Pero ya no son los años 1960 o 1970 estamos en 2015 y ya eso no se estila. Raúl Castro busca abrazarse con Barack Obama y muchas cosas han cambiado. En Cuba pa’lante, en Venezuela pa’tras.
No quiero pensar porque sé lo que pasará con esta nueva lista de la infamia una vez que sean filtrados los nombres por el CNE. Quienes no firmaron tendrán la guillotina madurista a la altura de sus cabezas.
Claro que la lista también podrá ser útil a los estadounidenses, que también podrán tener en sus computadoras la contra-lista, es decir, la de quienes firmaron, obligados o no, lista que podrán usar para negar visas y excluir de su territorio, sus bancos y sus negocios ahora y hasta quien sabe a esos firmantes por Maduro y contra Estados Unidos. Contra-lista a la cual tendrán acceso seguro los gobiernos cómplices del imperialismo yanqui, con lo cual estaría negada para los venezolanos cooperantes contra el decreto de Obama en poco más de la mitad del mundo.
Algo en lo cual esos 10 millones de venezolanos –si es que llegan de verdad a esa cifra- deberían estar ya pensando. O, al menos, los que pueden viajar, que no son tantos. Para ellos, un viejo y sabio refrán: “lo que es igual no es trampa, camaradas”.
@ArmandoMartini