A todas estas hay que agregar que nos hemos convertido en una sociedad donde el rebusque se ha masificado, incluso los trabajadores formales apelan a este recurso para “redondearse” el sueldo y para poder enfrentar la inflación y la escasez. El “bachaqueo”, conocido antes en algunas de las zonas fronterizas, se ha extendido y generalizado en todo el país.
Mientras la economía doméstica alcanzaba estos grados de deterioro, los socios de la cúpula gobernante acumularon fabulosas fortunas (boliburgueses y bolichicos) y es ahora cuando comienzan a aparecer las primeras pruebas de la magnitud del robo y de la estafa a la nación. Es obvio que esos capitales provienen de “negocios” ilícitos, sobreprecios y desfalcos que contaron con la connivencia, complicidad o confabulación de altísimos funcionarios. Los escándalos de los bancos HSBC en Suiza, el de Andorra y la aparición cuentas bancarias en Madrid de tres Exministros, y un ex jefe de la DISIP del régimen así lo demuestran.
Asombra como voceros del gobierno asocian, aun cuando sea para descalificar, el ejercicio de la acción política con la actividad comercial o los “negocios”. Es comprensible el malestar que les ha provocado la actitud asumida por nueve ex Presidentes anunciando su preocupación por la violación a los derechos humanos en Venezuela y la asunción de la defensa de los presos políticos, en particular de Antonio Ledezma y Leopoldo López. Les ha irritado en grado sumo la postura de Felipe González, por el contenido de su declaración y por su prestigio internacional.
Inicialmente fue Darío Vivas quien, en compañía de Gladys Requena, haciendo escala en Madrid en un viaje hacia Vietnam, además de señalar la supuesta injerencia de Felipe González declaró en una insólita rueda de prensa que tenía “negocios” con Carlos Andrés Pérez. Ambos parlamentarios añadieron “Felipe González no tiene moral, es un comerciante, un lobbista de las multinacionales”.
El asunto no quedó allí; la flamante Canciller Delcy Rodríguez señaló a los medios venezolanos que el ex Presidente del gobierno de España “no tiene facultades ni para ejercer la abogacía en Venezuela ni para entrometerse en los asuntos internos de Venezuela, de la forma que yo le recomiendo que si le fue mal en su otro negocio (…) que se rebusque la vida de otra forma”. Esas inauditas declaraciones, especialmente la última, traslucen varios contenidos, en primer término el desconocimiento de la posición y trayectoria del personaje que pretenden rebatir, en segundo lugar proyectan como diría un psicólogo una concepción política asociada siempre al negociado y al rebusque. No me voy a referir al lenguaje diplomático empleado por la Canciller, en su descargo podríamos decir que la Real Academia en el diccionario define la palabra Rebusque como: “solución ocasional e ingeniosa conque se resuelve una dificultad”. En nuestro país esa actividad ha dejado de ser ocasional para convertirse en permanente. Además existe el rebusque de los profesionales, de los empleados y obreros formales que se redondean un sueldo manejando un taxi, vendiendo una que otra mercancía y el gigantesco rebusque de la boliburguesia mencionado anteriormente.
En su último e interesante libro, que seguramente Delcy y Dario no han tenido oportunidad de leer, “En busca de respuestas”, Felipe González expresa: “La política debería consistir en disminuir el sufrimiento de los ciudadanos, ese sería el liderazgo de verdad. Si la política que se hace no gusta, hay que cambiarla; si los partidos políticos que hay no gustan, hay que cambiarlos o cambiar a sus dirigentes. Debemos mejorar la calidad y el contenido de la política, y esto sólo se consigue con ideas y con participación, si no lo hacemos nadie ganará y todos perderemos”. Esa extensa cita tiene plena vigencia en la Venezuela de nuestros días.