La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, afirmó este miércoles que no piensa ni ha pensado renunciar, haciendo frente a la crisis por el supuesto caso de corrupción que involucra a su hijo y que ha detenido el avance de sus reformas y tumbado su popularidad, reseña AFP.
“Por si acaso, si alguien tiene dudas, yo no he renunciado; y no pienso hacerlo, ni siquiera sé cómo se haría constitucionalmente”, dijo Bachelet este miércoles en un encuentro con corresponsales extranjeros, el primero desde que asumió su segundo gobierno en marzo de 2014.
Con contadísimos encuentros con la prensa, Bachelet salió de esta forma a encarar los rumores surgidos en medio de la crisis que afronta tras el estallido del supuesto caso de corrupción que involucra a su hijo mayor, Sebastián Dávalos, y a su nuera, Natalia Compagnon.
“Claro a lo mejor ha sido un error quedarse callada, porque a lo mejor ha dado una mala impresión o una falsa impresión”, reconoció Bachelet, en un primer intento por aclarar su rol en el millonario negocio inmobiliario vinculado a su hijo.
“La verdad es que yo no he tenido ninguna vinculación con nada de aquello. Ni con la reunión ni el negocio”, agregó la mandataria, en referencia al encuentro que sostuvo su hijo con Andrónico Luksic, uno de los dueños del Banco de Chile, para gestionar el crédito por 10 millones de dólares que les permitió comprar unos terrenos que luego fueron revendidos por un precio mayor.
“Obviamente nunca supe de esa reunión, no tuve que ver con esa reunión, no pedí la reunión, nunca hable con Luskic”, insistió la mandataria.
-Un freno a las reformas-
El escándalo, por el que su hijo y su nuera son investigado por uso de “información privilegiada” y “tráfico de influencia”, no le ha permitido a Bachelet avanzar con la celeridad que esperaba en su ambicioso plan de reformas sociales que la llevaron a ganar la reelección con un abrumador 62%.
Con un período presidencial de apenas cuatro años y elecciones a la vista en 2016 y 2017, Bachelet debía concentrar sus esfuerzos en su segundo año de mandato, cuando pensaba en cerrar su reforma educativa y avanzar en el cambio de la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet.
“Nosotros no estamos paralizados para nada, seguimos trabajando en distintos ámbitos. Lo que ha pasado es que hay un área de reformas necesarias (al sistema político) que ha tomado una importancia mayor”, refutó la mandataria.
A la crisis abierta por el negocio de su hijo, se suma un mediático caso por delitos tributarios y de financiamiento ilegal de campañas políticas que involucra a dos de los conglomerados económicos más importantes del país, el grupo Penta -cuyos controladores cumplieron un mes en prisión preventiva- y la minera SQM.
Los tres casos generaron la percepción a ojos de la ciudadanía que la corrupción se ha extendido en Chile, uno de los países más transparentes de América Latina.
“Puede que haya corrupción en Chile, pero no es generalizada. No todo el mundo es corrupto en nuestro país”, dijo Bachelet.
– “A mí no me interesa mi popularidad” –
La crisis ha impactado directamente en la popularidad de Bachelet, que hoy bordea el 30%, lo más bajo en sus dos periodos presidenciales. Lejos del 83% con el que terminó su primer mandato y del 54% con el que inició su segunda gestión.
La caída se da en todos los atributos en los que la mandataria era hasta ahora imbatible: confianza, credibilidad y cercanía.
“La gente tenía depositada en Bachelet una confianza importante en su distancia y diferencia de la clase política tradicional. El incidente de su hijo, la instaló a ella en medio de lo que más cuestiona la gente de la clase política: el abuso de poder y tráfico de influencia”, dice a la AFP el analista político de la Universidad Adolfo Ibáñez, Max Colodro.
Pero “a mí no me interesa mi nivel de popularidad, me interesa Chile”, refutó la presidenta.
“Yo no priorizo eso en la vida, por supuesto que uno lee lo que está diciéndose detrás y tiene que hacerse cargo (…), pero a mí me preocupa es el futuro de Chile”, agregó.