Una poderosa red de contactos, un carisma innegable, una popularidad consolidada. A los 68 años, Bill Clinton cuenta con varias cartas para ayudar a su esposa Hillary en su carrera hacia la Casa Blanca. Siempre y cuando encuentre un tono adecuado en la campaña.
por Jérôme Cartillier/AFP
La ecuación está lejos de ser simple. Cuando los republicanos subrayan que la exprimera dama es la candidata del pasado -el senador Marco Rubio asegura que la palabra “ayer” es la primera que le viene a la mente- el expresidente no podrá contentarse con solo evocar la economía floreciente de sus años en la Casa Blanca (1993-2001).
En 2008, durante las primarias demócratas contra el joven senador de Ilinois, Barack Obama, Bill aparecía como una carga para su esposa: al minimizar la victoria de Obama en las primarias de Carolina del Sur, donde los negros constituyen más de la mitad del electorado, y sus dichos no fueron bien recibidos por la comunidad afro-estadounidense.
Estos recuerdos revivan el temor en las filas demócratas de que pueda dar un nuevo mal paso. Figura pública por más de 35 años, Bill Clinton sabe que su vida privada, así como el funcionamiento y el financiamiento de su poderosa Fundación será, una vez más, objeto de una atención particular.
Ocho años después, la situación es sin embargo muy diferente. El Partido demócrata parece más unido. Ante la ausencia de un verdadero oponente, el obstáculo de las primarias se anticipa -salvo una gran sorpresa- fácil de superar para Hillary Clinton.
La exsenadora de Nueva York también pulió su imagen política: dirigió durante cuatro años la diplomacia estadounidense y en muchas ocasiones dejó en claro que no quería que su marido fuera demasiado visible en las pantallas.
“Mi esposo ha sido adorable, pero no necesito a nadie para defender mi gestión, yo pienso que él habla por sí mismo”, dijo en junio de 2014 cuando Bill acudió a su rescate después de declaraciones desatinadas sobre su situación financiera.
– “Ministro de explicar las cosas” –
Interrogado hace unos meses, antes del anuncio oficial de la candidatura de su esposa el domingo, sobre el papel que podría jugar en la campaña, el expresidente respondió riendo: “Yo soy un simple soldado de un ejército, yo haré lo que me digan que haga”.
Pero nadie en Washington cree que se conforme con quedarse a la sombra, esperando instrucciones de los consejeros de su esposa cuando su pasión por el juego político es palpable.
Según una encuesta reciente de NBC/Wall Street, 56% de los estadounidenses tiene una opinión positiva de él, frente a un 26% negativa. Una cifra superior a la de Hillary, con 44% de opiniones positivas y 36% negativas, pero superior a las de Obama (44/43) o de su predecesor George W. Bush (35/39).
En 2012, dio un apoyo valioso a Obama cuando buscaba su segundo mandato. En un discurso inspirado para la convención demócrata, hizo gala de su experiencia y enloqueció a las multitudes. Obama saludó su participación y su sentido pedagógico, subrayando poco después que debería haber un puesto para los expresidentes como “Ministro de explicar las cosas”.
Brendan Nyhan, profesor de ciencias políticas en Dartmouth College (New Hampshire), advierte de la tentación de presentar al exmandatario como un salvador.
“Bill Clinton obviamente es un político talentoso pero ha hecho campaña por muchos candidatos que no sobrevivieron en condiciones desfavorables y no pudo salvar a Hillary en 2008 (cuando las primarias demócratas)”, opinó Nyhan.
“Su rol más valioso es detrás de la escena. Ahí es donde puede hacer su mayor contribución. Está muy bien conectado con donantes ricos y con otros políticos dentro del partido”, agregó.
Bill Clinton tiene 600 días, de aquí a las elecciones del 8 de noviembre de 2016, para inventarse un nuevo papel.
Pero en la prensa estadounidense algunos ya especulan sobre cuál sería ese papel para el 42° presidente de Estados Unidos, en la hipótesis de que su esposa se convierta en la 45° mandataria.
“No hay palabras mágicas que pueda decir si la situación es mala y él se convirte en el centro de la historia, tratando de defenderla a ella”, advirtió Nyhan.