La vitamina D no solo juega un papel importante en la regulación del equilibrio del calcio y la prevención de patologías como raquitismo, osteomalacia y osteoporosis, sino que hoy en día se conoce que además reduce el riesgo de caídas y disminuye también el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como diabetes, cardiovasculares como infarto y neurodegenerativas como Parkinson, así como algunos tipos de cáncer (colon, próstata y mama) y afecciones del sistema inmunológico, tales como Esclerosis Múltiple.
Las investigaciones han determinado que la vitamina D es esencial para un amplio número de procesos fisiológicos y por ende, es necesario que se encuentre en niveles adecuados en el organismo para que la persona pueda lograr una salud óptima. Sin embargo, en la actualidad se sabe que más de la mitad de la población mundial se encuentra en riesgo de sufrir deficiencia de vitamina D, sobre todo en poblaciones consideradas de riesgo como: personas de piel oscura, obesas, que usan protectores solares, que ingieren medicamentos tipo glucocorticoides y anticonvulsivantes y los pacientes con insuficiencia renal. El dolor lumbar, la debilidad muscular y el dolor óseo son los síntomas típicos que puede experimentar un individuo con deficiencia severa de vitamina D.
A través de la exposición solar y la alimentación se pueden lograr niveles óptimos de vitamina D. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda tomar sol al menos 30 minutos al día en las horas menos calurosas, es decir, a primeras horas de la mañana o luego de las cuatro de la tarde, pues el cuerpo produce vitamina D cuando la piel se expone directamente a los rayos del sol, sin embargo, en vista del incremento en la incidencia de lesiones pre-malignas y cancerosas de piel, otras instituciones como la Academia Americana de Dermatología, sugieren a la población tener precaución al exponerse a la radiación solar. Por otro lado, tener una dieta rica en pescados (atún, salmón y sardinas), cereales fortificados, hígado de res, champiñones, queso, leche y yemas de huevo también previene la deficiencia de esta vitamina.
Existen muchos aspectos, sobre todo los ambientales, que pueden interferir en el objetivo de lograr la cantidad necesaria de vitamina D, por ello los expertos recomiendan la suplementación diaria. La Sociedad Americana de Endocrinología sugiere una ingesta mínima de 1000 U.I. al día en adultos sanos y ajustar esta dosis en poblaciones en riesgo de sufrir deficiencias de vitamina D. De hecho, un estudio publicado en New England Journal of Medicine 2012 señaló que mantener valores adecuados de vitamina D disminuye el riesgo de caídas en 19%, y el riesgo de sufrir fracturas vertebrales y no vertebrales en 20%, lo cual se logró con una ingesta de 800 a 1000 U.I. al día.
En cifras
Una concentración de vitamina D inferior a 20 ng/mL indica deficiencia de vitamina D; un nivel entre 20 y 29 ng/mL sugiere insuficiencia de vitamina D; y valores iguales o superiores a los 30 ng/mL especifican suficiencia. Se habla de niveles tóxicos cuando los niveles son > a 150 ng/ml. |