Senador Marco Rubio,
Para iniciar quiero que sepa que a muchos de los que les comenté mi idea de escribirle estas líneas estuvieron en desacuerdo. Me preguntaban “¿por qué le vas a escribir a un tipo de EEUU?”, “¿acaso no sabes que eso manchará tú futuro porque te marcarán como lacayo del imperio?”, “¿por qué no mejor a un demócrata o a un izquierdista estadounidense?”. Al examinar estos cuestionamientos pensé en lo efectivo que han sido estos 16 años de subdesarrollo tutelados por Hugo Chávez y ahora por Nicolás Maduro, para que todavía existan creyentes de que enviar una carta a un norteamericano, sin antes culparlo de todos los males del planeta, es arrodillarse al “imperio”.
Los años del gobierno chavista han estimulado la sobreexposición de todas nuestras carencias. Entre ellas, la precaria capacidad de agradecimiento que tenemos para con quienes se han expresado en contra de la instalación de esta nueva dictadura tropical. Creo además que la falta de honestidad, en la misma línea de lo antes mencionado, es una suerte de virus que se mantiene en la región latinoamericana. Basta evidenciar el silencio de los gobiernos vecinos ante la evolución del autoritarismo de Nicolás Maduro. Gobiernos, por cierto, cuyas voces democráticas (antes disidentes, perseguidas, torturadas y extrañadas) fueron las mismas que encontraron un apoyo solidario en la Venezuela de la segunda mitad del siglo XX para luchar en contra de las dictaduras militares y populistas que los tuvieron sumidos en el atraso. El mismo apoyo hoy lo está necesitando mi país.
I
Le escribo a usted, Sr. Rubio, porque ha sido un grito de rechazo a la instalación de una dictadura en medio de tanto silencio. Es preocupante cómo el sistema democrático venezolano se desmanteló en apenas tres lustros mientras la comunidad internacional se tapaba los ojos cuando a la par la chequera petrolera de Hugo Chávez gastó buena parte del dinero de las escuelas, hospitales y carreteras venezolanas comprando conciencias en todo el mundo.
Sí, es verdad que este es un problema de los venezolanos y debemos resolverlo nosotros, pues así como en este lío no nos metió ninguna potencia extranjera, sino nuestros propios errores como sociedad, debemos sobreponernos y restablecer el Estado democrático, de derecho y libertades. Sin embargo, no deja de ser cierto que en tiempos en que la democracia debería reinar como modelo en todo el mundo, preocupa la existencia de tantos gobiernos que voltean la mirada y esquivan esta situación a sabiendas de que el “Socialismo del Siglo XXI” representa un peligro para el concepto mismo de democracia. No en balde los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro no sólo han financiado estructuras políticas afines y organizaciones terroristas, sino que han hecho de Venezuela un centro de operaciones del narcotráfico y el lavado de dinero a nivel global. El peligro es para nosotros, en primera instancia, pero también lo es para el mundo.
Hoy Venezuela no inspira confianza. Es lo más cercano a un Estado fallido. No es una pizca del modelo que llegó a ser y que sirvió como ejemplo para países que en la actualidad resaltan por su modernidad y sus avances. Si algo hemos aprendido los venezolanos en estos años de barbarie es que de nada sirve la riqueza natural y las potencialidades geográficas si la educación de nuestro pueblo es tan débil como nuestra moneda y las instituciones son un accesorio que opera bajo el concierto de la corrupción gubernamental.
II
Sr. Rubio, he hecho seguimiento a su carrera política desde que se presentó al Senado de su país por el Estado de Florida. En aquellos días, mientras usted estaba en campaña, fui uno de los cinco jóvenes venezolanos que participó en la cohorte de 2010 del Programa “Conciencia Municipal” organizado por la Asociación de Venezolanos-Americanos Independientes (IVAC, por sus siglas en inglés). Este equipo de hombres y mujeres comprometidos con el desarrollo de Venezuela, llevan a cabo desde hace años un meritorio trabajo formando jóvenes líderes comunitarios y estudiantiles para que propicien cambios positivos en sus gobiernos locales. En ese momento, no pudimos conocerlo, mas sí apreciamos el desarrollo de una carrera electoral colmada de entusiasmo, honestidad y pasión. Los cinco jóvenes nos alegramos mucho por su triunfo, que además sirvió como referente para el liderazgo emergente en los Estados Unidos: victoria de David versus Goliat. Su postulación como candidato a la presidencia es una noticia que recibimos con agrado. Le deseamos todo lo mejor. Usted ha sido defensor de la democracia justo cuando a América Latina pareciera no preocuparle que una de sus naciones se vaya por el despeñadero.
III
En diciembre de 2013 un amigo que estuvo de viaje en Miami me regaló su libro “Un hijo americano”. En él plasma lo que vivió su familia, emigrantes cubanos. Venezuela nunca fue un país emisor de diásporas, hasta ahora. No hay cifras oficiales, como también sucede con la inflación, el precio real del dólar, las estadísticas de la inseguridad, entre otros datos necesarios en la vida de un Estado serio. Empero, algunas aproximaciones aseguran que existe más de un millón de venezolanos en el extranjero. Otras dicen que en realidad es el doble de esto. En definitiva, cualquiera que sea el número, evidencia el desangramiento que experimentamos a manos de un gobierno que en lo único que ha destacado es en su capacidad de generar escándalos por corrupción, gastos, lujos y mafias.
Así como sus abuelos y sus padres vieron cómo Cuba se hundió en la violencia de la revolución de la corrupta dictadura de Fulgencio Batista para dar paso a la larga tiranía de los Castro, nosotros, las nuevas generaciones de venezolanos, presenciamos cómo Venezuela naufraga por el régimen de Nicolás Maduro.
Sr. Rubio, en Venezuela hay hambre. A ocho de cada 10 compatriotas no les alcanza el dinero para adquirir los alimentos esenciales. La canasta básica alimentaria familiar cuesta más de cinco salarios mínimos. 11,3% de los venezolanos comen dos o menos veces al día. No hay futuro: 56% de los jóvenes entre 15 y 19 años abandonan sus estudios y sólo 20% de los venezolanos más pobres van a la universidad. Las personas con enfermedades crónicas están muriendo en los hospitales por falta de medicinas para su tratamiento. Los centros asistenciales de salud trabajan con 8% de su inventario. Aproximadamente tres millones de personas no prosiguieron con su educación, hay un tasa de homicidios de 20 de cada 100 mil menores de edad y 25 mil ciudadanos fallecieron por causas violentas el año pasado.
IV
Soy periodista, profesor de una universidad y además tengo dos trabajos en los que percibo un salario superior al mínimo. Con todo y eso, apenas alcanza para cubrir las necesidades elementales al final del mes: alimentación (incompleta por la escasez), alquiler en una zona popular y gastos diarios. No hay lujos, no hay excesos. Con mucho esfuerzo, y recortando otras cosas elementales, se pueden comprar algunos libros nuevos en un país en que la industria editorial fue próspera y admirada años atrás. ¿Cómo puede ser libre una nación en la que falta todo tipo de papel?
V
Quiero agradecerle, en nombre de los jóvenes venezolanos que puedan sentirse identificados con esta carta, por su lucha constante en defensa de la libertad de los venezolanos. Hay muchas voces trabajando en todo el mundo para que vuelva la democracia en nuestro país. No obstante, será acá adentro, desde cada comunidad, cada barrio, cada pueblo, cada ciudad, en donde se construya el cambio que hoy más del 80% de la población añora.
Tenemos el deber de insistir, y desde luego, de agradecer todas las gestiones que gente como usted han hecho por nuestros estudiantes, nuestros presos políticos, nuestros torturados, nuestros perseguidos y nuestros muertos. Como lo sabe el pueblo de Cuba, la dictadura sólo garantiza el odio, el hambre y la oscuridad. Nosotros no queremos ser otra Cuba. Aspiramos una tierra de progreso, desarrollo y bienestar. Esa es nuestra misión.
Muchas gracias,
ÁNGEL ARELLANO
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@angelarellano
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