El presidente de EE.UU., Barack Obama, trató hoy de acercar posturas con Arabia Saudí, un país crítico con las negociaciones nucleares con Irán y otras políticas estadounidenses, al inicio de una cumbre regional que la Casa Blanca considera clave para reforzar sus lazos con el Golfo Pérsico.
Obama recibió a dos príncipes saudíes en la Casa Blanca horas antes de inaugurar, con una cena en la residencia presidencial, una cumbre que durará hasta mañana jueves y a la que acuden líderes de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Catar, Omán y Baréin.
“Estados Unidos y Arabia Saudí tienen una amistad y relación extraordinaria, que se remonta a (los lazos entre el expresidente de EEUU) Franklin Roosevelt (1993-1945) y el rey (saudí) Faisal, y seguimos construyendo esa relación durante un periodo muy difícil”, aseguró Obama en declaraciones a la prensa antes de la reunión.
La Casa Blanca había programado inicialmente para hoy una reunión entre Obama y el rey Salman de Arabia Saudí, pero el Ejecutivo saudí anunció el domingo que el monarca enviaría en su lugar a EE.UU. al príncipe heredero y ministro del Interior, Mohamed bin Nayef, y al ministro de Defensa, el príncipe Mohamed bin Salman.
Al reunirse con esos dos príncipes, Obama destacó el rol “crucial” de Arabia Saudí en el combate al Estado Islámico (EI) en Irak y Siria, y habló con ellos sobre la tregua humanitaria que entró en vigor el martes entre Arabia Saudí y los hutíes en Yemen.
Por su parte, el príncipe saudí Bin Nayef afirmó que su país da “una gran importancia a la relación estratégica” con EE.UU., y aseguró que ese vínculo “sigue reforzándose y ampliándose con el tiempo”.
Con esa reunión, Obama trató de descartar la idea de que la ausencia del monarca saudí en la cumbre se deba a su falta de confianza en la política estadounidense en Oriente Medio, como han argumentado numerosos analistas.
De los seis países invitados a la cumbre con el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), cuya porción más importante tendrá lugar mañana en la residencia presidencial de Camp David (Maryland), únicamente Kuwait y Catar han enviado a sus jefes de Estado.
La Casa Blanca ha insistido en que los ministros enviados por el resto de países a la cumbre son quienes manejan las carteras de seguridad y, por tanto, los más idóneos para negociar e implementar las decisiones que se tomen en la cumbre.
No obstante, especialmente en el caso de Arabia Saudí, el país más poderoso de la región, el hecho de que el monarca no acuda a una cita que estaba pensada para los jefes de Estado es “una señal deliberada de su falta de confianza en la política estadounidense” en Irán, Siria, Irak y Yemen, según el experto Bruce Riedel.
A medida que se iba definiendo la agenda de la cumbre, fuentes saudíes fueron “sugiriendo” que al encuentro “le faltaban acuerdos sustanciales”, entre ellos un tratado de defensa mutua que EE.UU. no está dispuesto a aceptar, de acuerdo con Riedel, un experto en el Golfo Pérsico del centro de estudios Brookings.
“Pero los saudíes ya sabían desde hacía semanas las limitaciones que tenía Washington. Eligieron deliberadamente el último momento para cancelar el viaje del rey con el fin de enviar una señal potente”, escribió el lunes Riedel en la web de Brookings.
Aaron David Miller, un experto en Oriente Medio en el centro de estudios Wilson Center, cree que es “difícil imaginar” que en la cumbre pueda anunciarse “algo sustancial” sin la participación del rey saudí.
Según Miller, la ecuación de “intercambio de petróleo por seguridad” que está en la base de la relación entre EE.UU. y Arabia Saudí lleva un tiempo “debilitándose”.
“El mayor factor de tensión es la percepción saudí de que EE.UU. persigue una agenda centrada en Irán en la región, permitiendo que el archienemigo del reino gane influencia y prestigio”, escribió Miller este martes en el diario Wall Street Journal.
Además, los saudíes “creen que Washington solo da un apoyo tibio a su guerra en Yemen”, que es “ambivalente” respecto a la guerra civil en Siria y que sigue permitiendo la influencia iraní en el liderazgo chií de Irak, según Riedel.
Se espera que la cumbre incluya un anuncio para “integrar mejor la infraestructura de defensa antimisiles balísticos” de los países del Golfo, así como más ejercicios militares para afrontar retos de seguridad marítimos y aéreos, según adelantó el lunes Colin Kahl, un asesor del vicepresidente estadounidense, Joe Biden.
La cumbre incluirá reuniones sobre el combate al terrorismo, los conflictos en Irak, Siria, Yemen y Libia; las negociaciones nucleares con Irán y el rol del Gobierno iraní en la región.
EFE