Que cuatro de cinco rectores tomen decisiones teniendo a la mano las ordenes de los jefes del PSUV no sorprende a nadie. El CNE es una caja negra que beneficia al oficialismo. Sin embargo, hay quienes pretenden que la población permanezca muda. Dicen que es conveniente tener cuidado con las denuncias sobre el árbitro porque se estimula la abstención; en especial, en las filas de quienes adversan al gobierno. A mayor denuncia mayor abstención, razonan. Según esa opinión lo estratégico sería callarse la boca ante las maniobras, los abusos y silencios del ente rector. Incluso, proponen reclamar en voz baja la incertidumbre en la que está la fecha de las parlamentarias y la suspensión de las elecciones del Parlatino. Quieren tratar con un discurso rosado las ventajas que en 17 estados el directorio del CNE pretende dar al PSUV.
Contrario a lo que se pudiera pensar el debate público sobre las decisiones del CNE promueve la participación no la abstención. Entre otras cosas porque el monitoreo sobre sus decisiones y la activación oportuna de la denuncia inhiben el fraude. Sobre todo, la publicidad sobre los arreglos del PSUV con el CNE es una vía concreta para comunicarle al ciudadano que cuenta con un liderazgo que está decidido a defender cada voto que tenga en las urnas. Por lo demás, los venezolanos conservan la disposición de ir a votar aun cuando la mayoría reconoce que el CNE está dominado por la élite gobernante. Sobre este punto las encuestas no dejan duda. En general, los estudios de opinión muestran que hay una comunidad que no dejará de participar en las parlamentarias aunque la mayoría del directorio del CNE esté cooperando con los candidatos del PSUV. El ciudadano promedio es más coherente de lo que muchos reconocen.
Tener un CNE vigilado es clave para sembrar confianza en el elector. Después de todo, la fe pública en las instituciones descansa en la transparencia de la información. Los dirigentes de los partidos deberían saber que sin credibilidad la participación electoral se caerá. Por eso, resulta sospechoso que bajo el artificio de la abstención algunos sugieran tratar al CNE con guantes de seda. El riesgo de abstención no justifica que los problemas con este organismo se mitiguen o que los partidos los ventilen a puerta cerrada. El déficit de confianza que el favoritismo del CNE pudiera provocar se compensará con la presión que se realice, no con desinformación. La autocensura es inadmisible en cualquier escenario, pero resulta intolerable cuando los derechos políticos del ciudadano son conculcados y empobrecidos.
En las calles está una sociedad comprometida con su destino y la república. De hecho, las encuestas también indican que hay un electorado tan consciente de su responsabilidad que una amplia mayoría expresa su intención de votar por los candidatos de la MUD aun cuando no dejan de cuestionarlos. A pesar de la MUD la gente votará por sus postulados. Alguien en la oposición deberá admitir que la abstención estará motivada por los desaciertos de sus jefes, no por el estado de ánimo que induce en el ciudadano la conducta del CNE. Por cierto, los venezolanos necesitan percibir que la MUD, al menos, definió algún tipo de acuerdo para combatir las ventajas y los engaños con los que el árbitro busca ayudar a un gobierno hundido en sus miserias.
Los venezolanos están muy conscientes de la necesidad de votar. Pensar algo distinto sería continuar subestimando la intuición política del ciudadano. En las parlamentarias se activará el voto consciente por encima del voto castigo. La gente acudirá a su centro electoral a despecho de un CNE que provoca tanto desasosiego como enredos, y de una oposición que no tiene el coraje para realizar los cambios que la nación espera y le exige. De nuevo, la población de Venezuela está a la altura de las circunstancias no así su liderazgo. Es hora de apreciar la sensatez de un pueblo que al tiempo que no renuncia a utilizar el voto para desalojar a Nicolás Maduro del poder repudia la actitud pusilánime que algunos tienen con el CNE.
Alexis Alzuru
@aaalzuru