Anteriormente, Maiquetía era no sólo una palabra poco usual, sino también un lugar escasamente visitado por el ciudadano común. Se escuchaba muy esporádicamente de algún familiar que habría de viajar al exterior y que su vuelo saldría de “Maiquetía”.
En la Venezuela de hoy, la palabra está en el aire. A veces es atajada en el último momento por alguien desprevenido quien contaba a los demás sus planes de irse del país.
Son decenas y decenas las personas que desde el interior confluyen en el Aeropuerto internacional “Simón Bolívar”, ubicado en el estado Vargas, con intenciones de emigrar, debido a múltiples situaciones, estudio, trabajo, visita o simplemente probar al trascender la frontera.
Nunca antes la monocromía de Carlos Cruz-Diez había sido tan viral. En las redes sociales los viajeros postean sus respectivas fotos antes de tomar el vuelo, para dejar constancia fotográfica del momento, o quizá para exteriorizar ese cúmulo de emociones inexplicables que te oprimen el pecho justo antes de despedirte de los tuyos.
En Maiquetía hasta la algarabía ha cambiado, ha mutado. El movimiento típico del aeropuerto parece ser el mismo, en cuanto a logística, pero no en cuanto a los pasajeros.
“Ya sabes, ¡no te olvides de traerme lo que te pedí!”. “Me llamas al llegar”. “Nos vemos en un mes”. “No llores vale, que son 15 días nada más”. Esas frases tan comunes han ido siendo sustituidas por abrazos interminables en la puerta de inmigración, por silencios y llantos que gritan verdades como “No quiero que te vayas, pero es lo mejor”. “Nos vemos pronto, haré lo posible para visitarte”.
Leer nota completa en Notitarde