El Parque Nacional Waraira Repano es un emblema para todos los caraqueños, es un monumento a la naturaleza que se impone en una ciudad capitaliana que frecuentemente recurre a él en busca de paz, para hacer ejercicios, un espacio que permite a los ciudadanos relajarse.
En las últimas semanas se ha visto afectado por la sequía, por eso el Gobierno ha implementado jornadas de refrescamiento durante los últimos días. Sin embargo, un espacio de tal magnitud debe ser tratado con respeto por las entidades pertinentes.
¿A qué viene ello? Es doloroso y horroroso ver el cierre al Ávila por la subida a Sabas Nievez (Inparques). Un conjunto de pipotes y una cinta delimitan la subida al Waraira, como si de un vil, ruinoso y olvidado callejón se tratara.
Esto no solo afea a la naturaleza, también irrespeta al Ávila y no educa a una ciudadanía acostumbrada a maltratar el medio ambiente.