Algunos por ignorancia, otros deliberadamente y muy conscientes de sus actos, pecan de lo que ya se constituye en otra de las mañas del régimen para manejar los asuntos del Estado venezolano en medio del gran “bonche” cuyo compás marca, presuntamente, el “Sonero de El Valle” y aumentan el desprestigio internacional del país: la solidaridad automática al ritmo de complicidad.
Cuando en casos como el que hoy ocupan la atención pública nacional e internacional por la investigación de organismos de seguridad estadounidense de la que es objeto nada menos que el presidente del parlamento venezolano, observamos las movilizaciones populares de gente humilde del chavo-madurismo y trabajadores de la administración pública, claramente obligadas, manipuladas y, de acuerdo con versiones, mercenarias, y por otra la de asambleístas, entre ellos personajes como la del “chigüirito”, así como de instituciones de las que deberíamos esperar prudencia y ecuanimidad como el Tribunal Supremo de Justicia, pensamos que aquí está ocurriendo algo muy grave.
Preocupa, en primer lugar, la manipulación que desde lo más alto del poder se hace con la conciencia de los ciudadanos del país y, de manera muy especial, con lo que en término sociocultural se acostumbra denominar masa poblacional; es decir, aquellos grupos de la sociedad a quienes, como lo definía el estadounidense Harold Laswell (1948) se les aplica una inyección hipodérmica, que viene a constituir el principio de la propaganda. Otro autor, español, Anteo González atribuía a este sector características muy particulares: “su irracionalidad y su falta de autonomía histórica, lo cual lo hace presa fácil de todo tipo de manipulación”.
Puede entenderse que un grupo grande de personas, masificada por la intensidad de la “dosis” se trague todos los contenidos propagandísticos que emanan del poder político de la nación, que para eso gasta fabulosas sumas de dinero pese a la quiebra económica que soporta el país; pero que instituciones que se supone integrada por gente obligatoriamente instruida se presten para verdadera farsa como la que se trata de montar en torno a la figura de este funesto personaje de la política que representa el capitán Diosdado Cabello, resulta algo realmente intragable para quienes tengan un mínimo de raciocinio.
Aun con reservas podría entenderse también que una institución tan comprometida a ciegas como la Asamblea Legislativa, parapeto del socialismo chavista que solo ha quedado como tribuna para la descalificación de los opositores al régimen y legalizadora del bandidaje que se comete contra el país, se preste para tan escandalosa patraña en defensa ciega de alguien, y el propio chavismo lo sabe, no genera ninguna confianza en el pueblo.
En la sesión de desagravio de la Asamblea a su presidente, pudimos presenciar la intervención de personajes como la propia ex presidenta del Canal 8, a quien su propio camarada Mario Silva señaló con el dedo, así como a su propio jefe político, de prácticas nada honrosas ni éticas en el manejo de recursos del Estado; al igual a que este desvergonzado diputado a quien la gente del canal 8 llamaba el “chigüirito” y quien saltó la talanquera, para según él, representar a los opositores conscientes y los ya acostumbrados jala mecates a quienes no les basta ya con guindarse sino alegremente columpiarse, ofrecer uno de los espectáculos más deprimentes que hayamos podido presenciar a través de los canales de tv que usufructúan. Fue tan desgarradora, por ejemplo, la escena donde Cabello se mostraba como un angelito, que casi nos saca una lágrima.
De esta gente, nadie podía esperar algo menos patético; pero en medio de la situación que todo el país conoce, no podemos terminar de acostumbrarnos a la manera tan cínica de actuar nada menos a lo que estaría a representar el templo de la justicia venezolana. Con su acostumbrado caradursimo, la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, se adelantó a emitir juicio sobre una investigación de la que, estamos seguros, no tiene porqué conocer; y aún cuando podemos entender, especialmente las motivaciones personales para actuar de la manera como lo hizo esta funcionaria, al igual como sus colegas de la Fiscalía y el CNE, declaradas fichas del psuvismo.
El esquema es el mismo de siempre, cerrar o impedir cualquier solicitud de investigación que pueda provenir de cualquier sector que no sea en el cual militan, como está ocurriendo actualmente con el caso Andorra y otros como el desfalco mil millonario a Cadivi o sobre la pudrición de alimentos en Pdval, mientras se pronuncian en contra de una investigación que de manera autónoma y muy soberana puedan realizar las autoridades estadounidense en defensa de sus propias intereses. Son situaciones que nos llevan a la pregunta y cuya respuesta conocemos perfectamente: ¿se trata de una solidaridad automática o de complicidad del régimen?
Pues, para nuestro gusto, este no es el gobierno, ni el congreso ni el máximo tribunal de justicia que merece el noble pueblo venezolano; por eso nuestra disposición de iniciar el proceso de rescate de nuestras instituciones fundamentales, y cuyo primer paso dimos el pasado 17. Sigamos en la vía que vamos ganando.
Twitter:@JJMorenoA