Con los reaseguros el panorama es más grave. Pues las deudas tienen que ver con tres aspectos:
1-Los reaseguros de exceso de pérdidas
2-Reaseguros proporcionales
3-Y reaseguros catastróficos
El conjunto afecta al ramo asegurador que ya de por sí está impactado por la inflación y la siniestralidad. Solo la siniestralidad en automóviles subió del 60 al 78% de diciembre a abril; y la siniestralidad en salud de 66 al 77%. Estos índices afectan el margen de solvencia. Y hay que cumplir con la solvencia. Pero al ritmo de la pérdida, la gran mayoría de las empresas se verán obligadas a capitalizar. Este es un problema que requiere soluciones de fondo, soluciones técnicas, pero no coyunturales. De allí el concurso de la Superintendencia de Seguros y su mirada técnica sobre el problema.
Luego está el punto del riesgo real, lo urgente. La deuda con las reaseguradoras mundiales. El asunto es de carrera pues el 30 de junio vence el plazo para las renovaciones. La deuda, como se afirma arriba, asciende a los 650 millones de dólares por la medida pequeña.
El caso es que si ocurrieran eventos catastróficos, los siniestros estarían desnudos, al aire, sin cobertura, y las reaseguradoras no pagarían. Hay que imaginarse un escenario de motín. ¿Se descarta en Venezuela? ¿Hay que imaginarse un terremoto? ¿Qué pasaría? ¿Cómo afrontar la cobertura si la deuda con las reaseguradoras no se cancela? La Cámara de Aseguradores no encuentra la manera de motivar a las autoridades de esta emergencia para que se ejecuten los pagos. Al fin y al cabo, luego de los trámites, los dólares van directos del Estado a las reaseguradoras, ni siquiera pasan por las compañías de seguros. La Superintendencia tiene los números sobre la mesa. Ya una carta fue dirigida a la autoridad.
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