En política existe una verdad como un templo: el sistema democrático es el cimiento de los Estados que prosperan. Resulta ineludible entonces, fomentar la participación en todos los sectores del quehacer político y social. El diálogo necesario en la actividad política sólo es posible conforme preceptos democráticos. Los sistemas que no lo han querido entender sencillamente perecen (referentes históricos sobran). Las decisiones públicas tienen que ser arropadas por las opiniones de los ciudadanos si realmente se pretenden solucionar determinadas demandas.
Los partidos no escapan de esta condición indiscutible, por lo que rigurosamente tienen que tomar en cuenta a las bases para generar una colaboración ciudadana idónea. Así, sus aparatos democráticos deben estar destinados a recoger las diversas opiniones de sus partidarios. Una organización política carece de significado sin su militancia, y es hacia ella, que el trabajo merece ser guiado.
Los sistemas de partidos venezolanos, y los sistemas de alianzas como la MUD, han intentado cumplir con el requisito democrático de consultar a las bases, pero aún se requieren mayores esfuerzos para consolidar la participación ciudadana. Y además, una comunicación asertiva con cada uno de los electores.
No es una utopía. Con compromiso político muchas ideas pueden convertirse en realidad. También los políticos tienen que estar en consonancia con los preceptos democráticos. La convicción es una condición que debe acompañar siempre a quienes procuran atender las demandas sociales de una sociedad, para empezar a construir el país soñado.
En Venezuela, actualmente está en riesgo la convivencia democrática de los sectores políticos nacionales, que se tambalean por la constante arremetida perpetrada por los órganos del poder. Los venezolanos, en consecuencia, estamos en la obligación de detener estos atropellos descarados. Para alcanzar la Venezuela que soñamos, se necesita una opción política convincente, esperanzadora. Es cierto que aún quedan espacios que mejorar o rescatar, pero mediante el diálogo y el acercamiento entre los dirigentes es posible generar cambios trascendentales en las necesidades de los más afectados.
Este es el escenario político venezolano, donde en ocasiones el distanciamiento entre bases y partidos, o entre los políticos, está rasgando la atención efectiva que merecen las peticiones sociales. El cambio está en cada uno de nosotros. El país siempre merece el esfuerzo.