El pequeño se llama Christian McPhilany y es de Melbourne, Florida. A los 6 años vio en televisión un aviso de un hospital que incentivaba a la gente a donar su cabello para así confeccionar pelucas que serían usadas por niños y gente con cáncer.
Christian supo de inmediato que eso era lo que quería hacer, sus padres lo apoyaron y por dos años el pelo del niño creció sin impedimentos. Los compañeros de escuela lo encontraban extraño, la gente a veces lo confundía con una niña, sufrió burlas y la incomprensión de los que lo rodeaban y, sin embargo, él siguió siempre firme en su objetivo
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