Viaje a las entrañas del budismo

Viaje a las entrañas del budismo

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El templo de Borobudur, el más grande del mundo entre los budistas, se encuentra a 40 kilómetros de Yogyakarta, la ciudad cultural y universitaria más importante de Indonesia, y a las faldas del volcán Merapi. Este templo, declarado patrimonio mundial por la Unesco, se ha convertido en un destino turístico y de peregrinaje para los fieles a Siddharta Gautama, Buda, quinta religión más importante del mundo por número de creyentes. Fue construido entre los siglos VIII y IX, durante un periodo de paz relativa en el sudeste asiático. Es decir, mucho antes que el complejo de Angkor Wat, en Camboya, la construcción religiosa más grande de la Tierra, y es también previo a las grandes catedrales europeas. ElViajero.elpais.com

Borobudur fue construido por los Sailendra, una dinastía de origen extranjero que llegó a Java desde India o Indochina y que reinó entre los siglos VIII y XIII. Bajo su dominio, las islas de Sumatra y Java fueron los centros principales de erudición budista. El templo de Borobudur se construyó para dejar testimonio de su fe y una prueba de su situación social, política y religiosa. De acuerdo con los preceptos del budismo Mahayana, un rey Sailendra tenía que hacer todo lo posible para acumular méritos durante su reinado. Durante esta etapa, en Java central, la sociedad disfrutó de una época relativamente cómoda y tranquila como para soportar el esfuerzo de una construcción de estas características (más de 40.000 metros cúbicos de piedra). Hacían falta artesanos capaces de tallar las imágenes en las piedras y abundantes recursos agrícolas para proporcionar alimentos suficientes. Además, la población que habría participado en la construcción también recogería buen karma, garantizando así el bienestar material y espiritual de todo el reino.

Borobudur es más un lugar de peregrinaje que de culto. Es un centro de entrenamiento para los que quieran alcanzar la Iluminación. Cabe recordar que el budismo originalmente no es una religión, sino una doctrina que explica los pasos para alcanzar el Nirvana, es decir, la liberación de la miseria de la vida, cuyo objetivo final es evitar el renacimiento y la continuación de la misma ciclo tras ciclo. A través de la imagen, los paneles de Borobudur simbolizan el llamado budismo Mihayana, una rama de esta religión que se desarrolló a comienzos de la era cristiana cuyo ideal es llegar a ser un Bodhisattva, un ser iluminado que rechaza la salvación para volver a la vida y ayudar a los otros a alcanzar el Nirvana.

De terraza en terraza

Los más de 1.300 paneles que forman este templo en forma de montaña representan la vida de Buda y las enseñanzas de los textos budistas. Cada historia familiar es un paso más en el progreso del peregrino. Las diferentes galerías están diseñadas para guiar a los fieles en un viaje espiritual a medida que se dirigen hacia arriba, subiendo de terraza en terraza. Cada nivel representa un plano superior de conciencia. Los peregrinos de la época iban para estudiar los textos sagrados para la meditación. Así, Borobudur se convertía en una guía en tres dimensiones hacia la Iluminación. En palabras del profesor Soekmono, arqueólogo indonesio que dirigió el proyecto de restauración del templo, “es una oración en piedra”.

En el lenguaje simbólico, los paneles son el equivalente budista de los evangelios cristianos. A partir de estos relatos, el templo se erigió como un lugar para el aprendizaje, la dedicación y el entrenamiento. Estos relieves narrativos se encuentran en las paredes principales y en las balaustradas y se tienen que leer en la dirección correcta según la Pradakshina, ritual de circunvalación por el cual se tienen que seguir los paneles de izquierda a derecha, dejando el templo a mano derecha.

Los monumentos más característicos de Borobudur son las estupas. Los discípulos de Buda le preguntaron, en el final de su vida, qué tipo de monumento le gustaría que se construyese en su memoria. Buda respondió: una estupa. Y para explicarles lo que era una estupa, cogió el cuenco de las limosnas, lo volcó y le puso su bastón en la parte superior. Esta historia también está representada en los paneles del Borobudur.

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