Estamos tan confundidos que no nos atrevemos a creer el título de estas líneas. No podemos determinar si el confundido es el país o nosotros.
Hace un tiempo, cuando había una prensa y unos medios razonablemente críticos y libres, encontramos multitud de trabajos en los cuales se tildaba al régimen que nos destruye de equivocado y hasta de ignorante. La realidad y los acontecimientos más recientes desvirtúan esos supuestos. Lo que sucede es diferente.
Para nadie es secreto que las actuaciones de la cúpula destructora se corresponden a un diseño importado desde Cuba, respaldado por el Foro de Sao Paulo y cuidadosamente instrumentado por los secuaces de Fidel y Raul.
Los pasos destructores comenzaron con la escogencia de un ejército de cómplices que han copado todas las instituciones que deberían garantizar a los ciudadanos la calidad del gobierno. Así se tomó al tribunal de más alto rango de la república y se le plagó de secuaces que no tienen ni preparación ni criterio para dictar sentencias apegadas ni a las leyes ni a la ética y solo han construído la maraña legal que ha desvirtuado tanto al derecho público como al privado.
Paralelamente se pobló a las llamadas instituciones del “poder moral” (sic) de áulicos fanáticos del comunismo para que hicieran mutis en cada oportunidad en las que un ciudadano o un sector de la sociedad ha sido agredido por quienes detentan y abusan del poder.
Para complementar la barbárie se ha desvirtuado toda función reguladora de los poderes nacionales. La Asamblea Nacional es el foro donde se consagra la destrucción y lo conforma un terrible grupo de corifeos comprometidos con el destructivo proceso.
Así hemos llegado a estos tiempos en los que cada día debemos tratar de analizar y discriminar entre los eventos que van apareciendo en nuestra sociedad y aquellos, que diseñados por el foro rector, van escondiendo la realidad con eventos fabricados y magnificados por el régimen.
Así se vocifera la existencia de una “guerra económica”, cuyas expresiones no son nada distinto al diseño de la destrucción del aparato productivo nacional y el desarrollo de la economía del país. Así se ha destruído a PDVSA, la gallina de los huevos de oro, y se han robado y aplastado a numerosas unidades productivas desarrolladas por los venezolanos.
Pero el “hasta aquí” de la semana que termina, lo encontramos en la reacción de Miraflores (de quien detenta la máxima posición de la nación), al producirse el anuncio de la fecha de las elecciones legislativas el próximo 6 de diciembre y la aparición de resultados de encuestas que muestran un enorme deterioro en el respaldo del destructivo régimen. El ciudadano Maduro, ante una cantada derrota de sus copartidarios, ha vociferado: “Si el proceso es derrotado…rodará la sangre”. Poco más o menos, ha anunciado por una parte el desconocimiento de los resultados que las encuestas anuncian y por la otra, ha convocado a acciones reñidas tanto con la cultura democrática como con lo establecido en la Constitución…a la que poco caso hace.
En nuestra confusión nos preguntamos: ¿No son estos anuncios, incitación a la violencia y al delito? ¿Dónde están los poderes públicos que deben analizar y opinar sobre esa terrible frase? Pareciera que aquí no pasa nada o nuestra confusión nos anula.
@rafael862