Cabría esperar que siendo Venezuela un país fundador del ALBA -y su único financista- pues hace semanas que debió pronunciarse respaldándolo en su disputa limítrofe con Guyana.
Sobre todo en circunstancias de que, el sábado, Kamelesh Sharma, Secretario General de la Comonwealth, se presentó a Georgetown a expresarle al presidente guyanés, David Granger, “nuestro compromiso con la soberanía y la integridad territorial de Guyana”.
No hemos leído todavía un pronunciamiento en igual sentido de parte de la Caricom (Comunidad de Caribe), que agrupa a las excolonias inglesas de la región, pero seguro que en horas, días o semanas estará disponible, pues de esa manera operan las alianzas entre países en lo que se refiere a la defensa de uno, o la totalidad, de sus miembros.
Principio que no es el que está aplicando el ALBA, alianza que en razón de su membresía, orígenes y estatutos hace ya semanas que debió salir a ofrecerle su apoyo a uno de sus integrantes en dificultades y, nada más y nada menos, que “fronterizas”.
Y aquí no cabe sino establecer que el ALBA, antes que estar solidarizándose con uno de sus miembros, Venezuela, lo está haciendo con Guyana, o al menos manteniendo una “neutralidad· que no le corresponde.
¿Por qué? Pienso yo que porque Cuba ha sido y sigue siendo un aliado de Guyana en su disputa con Venezuela, y ahora, no se atreve abandonarlo por “un nuevo mejor amigo”, que arruinó su economía para salvar la de los hermanos Castro, pero sin que sea tan confiable como Guyana.
Pero esa sería una primera hipótesis, porque la segunda es que Cuba es la que manda en la política exterior de Venezuela y como los intereses de Cuba son los de Guyana, entonces Maduro y su gobierno no les queda sino obedecer.
Caso único en la historia, que una colonia, no solo se arruine entregando sus riquezas al colonizador, sino que, además, permita que se las despedace.