¡Vaya aprieto para la revolución bonita!
Muestra de ello la escuálida participación de rojos rojitos en las primarias del domingo 28 de junio. Hay necesidad de un cambio y eso se siente en las calles. No en vano la impopularidad de quien intenta llevar las riendas del país está sobre el 80%.
¡Sí que están en apuros!
Los venezolanos estan agotados de ir al supermercado y no poder comprar ni la cuarta parte de los productos que acostumbraban. Y no es “guerra económica” no, es escasez; y por si fuera poco sobreprecio. No es posible que un kilo de lentejas esté sobre los mil bolívares fuertes, y una lata de atún supere los 200 bolívares. ¿A eso llaman socialismo?
Hablan de soberanía alimentaria, pero no hacen ningún esfuerzo para garantizar las 3 comidas a un pueblo que ha tenido que tatuar un número en su muñeca para adquirir artículos tan básicos como leche, azúcar o harina pan.
Lo mínimo que merece el soberano, como lo llaman, es poder llevar comida a la mesa. Pero hasta para eso son incompetentes. Violan abiertamente la Constitución de la República, la misma que impulsó el líder de la mal llamada Revolución del Siglo 21, y que hoy parece letra muerta.
Los derechos están escritos, pero no se cumplen. En su artículo 305, la Carta Magna es clara: “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral, y en consecuencia garantiza la seguridad alimentaria de la población; entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor. La seguridad alimentaria deberá alcanzarse desarrollando y privilegiando la producción agropecuaria interna, entendiéndose como tal la proveniente de las actividades agrícola, pecuaria, pesquera y acuícola. La producción de alimentos es de interés nacional y fundamental al desarrollo económico y social de la Nación”.
Contrario a esto, el Gobierno ha destruido el aparato productivo. Ha expropiado en nombre del pueblo, y ahora ahoga a la empresa privada para que no pueda importar materias primas. Ni lavan, ni prestan la batea.
Lo mismo pasa con el derecho a la salud, a la seguridad, a un trabajo digno. Como si el único fin de estar en el poder fuera demoler a nuestra amada Venezuela. Y eso el pueblo lo sabe, hasta quienes siguen comulgando con el chavismo.
La gente sufre sí, pero también está decidida a votar para rescatar sus derechos. Los venezolanos queremos paz, seguridad y libertades. Necesitamos tener garantías de progreso. ¡Eso lo tenemos claro!
¡Unidad y participación serán las claves!
Por Venezuela vale la pena seguir luchando.