El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) menosprecia a los aliados y puede costarle caro. Diosdado Cabello, capitán del buque político del gobierno de Nicolás Maduro, tiene manto impermeable junto con otros altos jerarcas cuando algún líder revolucionario exige espacios.
Cabello solo ofrece suplencias para el 6 de diciembre y si lo aprueba el tribunal político rojo. No solo es impoluto frente a la crítica sino que lincha moralmente a representantes de organizaciones amigas que en las presidenciales de 2013 sumaron el 9,3% de los votos con que el actual jefe de Estado llegó al poder.
Las postulaciones para las parlamentarias que comienzan el 3 de agosto muestran descontento. Juan Barreto, representante de Redes, recibió esquirlas y ahora recorre el país presentando opciones alternas. Con firmeza y arrogancia Cabello le hizo saber que no habrá repartición de puestos. “Al menos que él o ella decida que no quiere participar, pero quien ganó (las primarias del PSUV) va”.
Si bien la batalla electoral del próximo 6-D no tiene las características de las presidenciales, el aporte de toldas revolucionarias no deja de ser un parámetro importante a seguir: 1 millón 393.957 votos totalizaron partidos como el PCV, Tupamaros, Podemos, PPT, MEP, Redes, UPV, ORA y Juan Bimba, entre otros emblemáticos. De todos ellos, el Partido Comunista apenas tiene una ligera cercanía con los cuadros políticos de la tolda mandamás.
“El PSUV los fue liquidando. Son como satélites fuera de órbita”, compara Eduardo Semtei, analista político. “Hay que ser mago para entrar en una lista o formar parte de la rosca interna”, refiere el sociólogo, quien habla de dos corrientes rojas en vísperas de las parlamentarias. De 23 estados 19 tendrían como padrino al presidente del Parlamento. El ala militar es un peso pesado en las listas. “No es fácil que los partidos afecten ostensiblemente el resultado”, agrega Semtei.
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