El Papa Francisco dijo el año pasado que el aborto era un crimen “abominable”. Pero también lo fue la violación de una niña paraguaya de 10 años, que tiene actualmente 31 semanas de embarazo y a quien los doctores le negaron la interrupción.
Cuando el Pontífice argentino aterrice en Paraguay el viernes en la tercera y última etapa de su gira por Sudamérica, encontrará un país ampliamente católico que lucha contra la violencia hacia las mujeres y está dividido acerca del aborto.
Mainumby -nombre con el que se conoce a la menor que en idioma guaraní significa Colibrí- se convirtió en un símbolo del disenso entre quienes apoyan la interrupción del embarazo con fines terapéuticos y el Estado que, respaldado por la Iglesia Católica, promueve la protección de la vida desde la concepción.
A la niña -que acaba de cumplir 11 años y mide menos de 1,40 metros- no se le permitió abortar debido a que su vida no corría peligro, única razón considerada válida para la interrupción del embarazo en Paraguay.
Ahora se encuentra en un albergue al abrigo de las autoridades. Su madre, quien estuvo dos meses en prisión acusada de violación del deber de cuidado, la visita a diario desde que dejó la cárcel semanas atrás.
“La justicia fue muy cruel conmigo”, dijo en una entrevista con Reuters la mujer de complexión pequeña y grandes ojos claros, bajo condición de no ser identificada para proteger la identidad de la menor.
“Fui injustamente tratada porque recurrí a muchos hospitales, recurrí a las personas que tenían que decirme qué era lo que le pasaba a mi hija pero nadie me dijo nada”, agregó.
La niña tuvo cuatro consultas médicas estando embarazada pero en todas le diagnosticaron parasitosis, una dolencia común en niños de Paraguay. Un año antes, la madre hizo una denuncia por sospechas de abuso pero la fiscalía desestimó el caso.
Su ex pareja, el supuesto agresor, fue detenido después de que el caso saliera a luz. Está preso esperando sentencia.
“Nadie nunca supo que yo también era una víctima más de este señor. Me maltrataba mucho y yo por miedo no lo denunciaba. Mi hija siempre me decía que no pasaba nada pero seguramente por miedo, porque la tenía amenazada”, relató.
Cada vez más madres niñas
Francisco no se ha pronunciado en contra del aborto con la severidad de sus predecesores, pero tampoco ha mostrado señales de algún cambio en la postura de la Iglesia Católica.
América Latina es sólo superada por África en la prevalencia de embarazos de adolescentes.
En Paraguay, uno de los países con incidencia más alta de la región, hay dos partos por día en niñas de 10 a 14 años y unos 53 en adolescentes de entre 15 y 19 años, según datos oficiales.
Los embarazos en menores de 14 muestran una tendencia creciente, algo directamente vinculado al abuso sexual.
“Estamos viendo que muchas de estas niñas que están siendo madres a los 10 años ni siquiera tienen su primera menstruación”, dijo Adriane Salinas, oficial de salud sexual y reproductiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Paraguay.
“Y estamos viendo en niñas embarazadas de 10 años que el abuso está comenzando a una edad mucho más temprana”, agregó.
Las menores de 14 años tienen cuatro veces más riesgo de morir durante el embarazo, el parto y el post parto que las mujeres mayores. Sus bebés suelen ser prematuros o de bajo peso.
El país tiene además uno de los indicadores de mortalidad materna y neonatal más altos del continente. Se estima que una de cada cuatro mujeres que acude a consulta por complicaciones con un aborto es adolescente.
En otros países latinoamericanos, las cifras son iguales de inquietantes. El Salvador registra un parto cada media hora mientras en Chile, unas 850 niñas menores de 15 años se convierten en madres al año, según datos divulgados por el UNFPA en un boletín de mayo de este año.
“Retroceso hacia la barbarie”
La Iglesia Católica se refirió indirectamente al caso de la niña embarazada apelando a la defensa de la vida cuando el debate estaba más encendido y mientras organizaciones como Amnistía Internacional exigían en campañas un aborto seguro.
El arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, acusó a las organizaciones de ser portadoras de ideologías que promueven “un retroceso hacia la barbarie y la deshumanización”.
“La Iglesia actúa en la retaguardia imbricada con grupos fundamentalistas que a su vez actúan desde el Estado”, dijo Elba Núñez, coordinadora regional del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM).
La organización promovió una medida cautelar ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, que se pronunció en junio solicitando al Gobierno del conservador Horacio Cartes que proteja los derechos y la vida de la menor.
“Para el Estado importa más el feto que la niña. Ella quedó relegada a ser una incubadora”, agregó Núñez.
La madre de la niña dijo que fue informada en el albergue que el embarazo llegaría a término.
“Soy muy creyente y le pido a Dios, al Papa, que esto que yo sufrí no vuelva a pasar con nadie”, dijo la mujer. “Que los que están arriba vean más en el fondo lo que está pasando y que me den una oportunidad para cuidar de mi hija”.
Por Daniela Desantis/AFP