El lunes 6, luego del referendo griego, Sigmar Gabriel, Vicecanciller de Alemania, declaraba que Grecia había rotos los puentes. Ese mismo día Martin Shulz recomendaba un plan humanitario para el país heleno, dando por descontado su salida de la UE. El martes 7, luego que el nuevo ministro de finanzas griego, se presentara a Bruselas, con las manos vacías, era unánime que la Unión Europea daba un ultimátum a Grecia y le exigía, antes del viernes, presentar una propuesta creíble y razonable. Esta vez ni los comprensibles “amigos” Hollande y Renzi, apoyaban a Tsipras, por el contrario había una ira compartida por el liderazgo europeo. En su comparecencia ante el Parlamento Europeo, el miércoles 8, entre aplausos y abucheos, Tsipras tozudamente intentaba presionar a Europa. Recordaba que en 1953 Grecia, como el resto del viejo continente, condonaba la deuda alemana para que el país germánico pudiera crecer. Argumentaba también que el peso de la austeridad no se podía poner sobre los pensionados, ni podía ser una rémora al crecimiento de Grecia. Agregaba que cinco años de esa receta habían fracasado y con ello la visión europea de los recortes; sin embargo, en esa misma sesión, el líder europeo de los liberales, le espetaba al Primer Ministro heleno que estaba cansado y furioso de no ver ninguna reforma griega en materia del desmedido gasto militar, en una reforma tributaria que pechara a los armadores, en no tocar los privilegios de la iglesia ortodoxa, en los privilegios fiscales de que disfrutan las islas y en mantener las prebendas de la casta política, Syriza incluida.
Igualmente el miércoles 8, Merkel hablaba de “condiciones más duras” y negaba cualquier quita; en tanto que Schäuble, su ministro de Finanzas, aunque reconocía que la sostenibilidad de la deuda griega no era factible sin una quita, y pensaba que el FMI estaba en lo cierto al decirlo, también negaba esta posibilidad bajo el criterio de que infringiría el sistema de la Unión Europea, sin embargo, planteaba una posible reconfiguración de la deuda. El día jueves 9, al final del plazo, en medio de un mar de dudas y de incredulidad, el nuevo ministro griego de finanzas, Tsakalotos, un marxista más ortodoxo que Varoufakis, presentaba el nuevo plan de recortes griego: Esta propuesta se resume en: reconocimiento de que el sistema de pensiones es insostenible y por ello se busca ahorrar entre un 0,25% y un 0,5% del PIB en 2015 y un 1% a partir de 2016; se prevé desincentivar la jubilación anticipada y un aumento progresivo hasta el año 2022 de la edad de jubilación a los 67 años. El gasto militar se recorta 100 millones este año y 200 en el próximo. Se elimina el descuento de IVA que gozan las islas más ricas del mar Egeo. Se sube el IVA de los restoranes a 23%. Se aumenta el impuesto a los alquileres, a los yates de lujo y a las apuestas.
Mientras que en Eslovaquia y en Estonia, para poner sólo dos ejemplos de países pequeños de la UE, las pensiones son de 390 euros en Grecia son de 882. Por otra parte el salario mínimo es de 380, promedio, mientras que los griegos disfrutan de uno de 583 euros. Si agregamos que todos estos países deben contribuir al tercer rescate de Grecia, entendemos porqué cuando entrevistan a un obrero búlgaro, que estuvo varios años sometido a un draconiano proceso de saneamiento de su economía para poder entrar a la zona euro, éste ciudadano prefiere que los griegos abandonen la UE. Grecia, que mintió para entrar a la zona euro, recibió en 2010 y 2012, dos tramos de rescate montantes a 216.000 millones de euros. En el mismo 2012, hubo que hacerles una quita de esa deuda que alcanzó la cifra de 107.000. Sin embargo, en 2015, por créditos de emergencia, Grecia ha recibido 89.000 millones más, para un total neto recibido de 315.000 millones. El FMI sostiene que se le han dado a Grecia condiciones que no se le han otorgado a ninguno de los restantes 187 miembros. Finalmente Schäuble comentó: “le he propuesto a mi amigo Jack Lew que nosotros podríamos aceptar a Puerto Rico en la zona euro si los EE.UU. aceptan a Grecia dentro del dólar”. Conociendo la megalomanía de Tsipras y su condición de iluminado, tal como el funesto comandante, no somos optimistas de que cuando la UE acepte las condiciones de Grecia, no se vaya a romper otra vez el acuerdo.
Grecia ¿para qué sirvió el referéndum?
Hasta ahora para nada, aunque no sabemos que carta se guarda bajo la manga el impredecible profeta Tsipras. El domingo 6 de julio, en la tarde, cuando todos los sondeos anticipaban un margen estrecho a favor del NO, la euforia del gobierno y sus partidarios ya sacudía la plaza Sintagma. Cuando horas después se comprobó que el apoyo remontó al 61%, la euforia se convirtió en furor. El gobierno había recibido un mandato inequívoco para renegociar las condiciones que la UE le imponía a Grecia. El Primer Ministro prometía viajar el lunes a Bruselas y presentar su contrapropuesta el martes. El corralito financiero había comenzado desde el viernes 26 de junio, una vez pateada la mesa de negociaciones, lo que significó que no se pudiera sacar de los cajeros automáticos más de 60 euros diarios y no se pudieran hacer transacciones financieras fuera del país. Para entonces se habían fugado, sólo desde noviembre hasta lo que va de año, 44.000 millones de euros de Grecia. El cierre de los bancos y la restricción de sacar dinero diariamente, tropezó con el problema no previsto de que muchos jubilados no usan tarjeta, por lo que los bancos debieron abrir sólo para atender la tercera edad, por estricto orden alfabético, una vez a la semana y limitados a 120 euros semanales.
Algo que muchos prefieren ignorar, particularmente el gobierno heleno, es que el BCE, a través de su fondo de rescate, ha mantenido en pie a los bancos griegos con el programa de auxilios crediticios de liquidez de emergencia, para lo cual se han aportado 89.000 millones de euros, en estos últimos 5 meses de amargas negociaciones. Si nos preguntáramos ¿Por qué Grecia no ha dejado de pagar su deuda, tal como lo hizo Argentina en su momento?, tenemos que respondernos que no lo hace porque no puede, no porque no quiere. Los argentinos tenían fuentes de ingresos para sostener su economía, Grecia hoy carece de ello y subsiste gracias a los créditos de emergencia que le concede la Troika. Gústeles o no les guste, esta es la realidad. Dado que esto es así, que ya hubo una quita de deuda de 107.000 millones de euros y que nunca en los últimos 5 años Grecia ha llevado a cabo las reformas profundas que saneen su economía, sino que ha puesto paños calientes, conservando toda clase de privilegios, ha mantenido la laxitud de su sistema tributario, ha mantenido el sistema social más oneroso de Europa (17,5% de su PIB), permite jubilaciones prematuras, mantiene un aparato militar desmedido, etc., no se puede admitir que haya que hacerle más concesiones a los griegos, como pretenden.
Del dinero que se la ha dado a Grecia, 4.000 millones los aportó Portugal, 25.000 España, 38.000 Italia, 43.000 Francia y 68.000 Alemania. Salvó este último país, todos los demás presentan serios problemas económicos. Particularmente Portugal y España fueron sometidos a severos planes de austeridad. Hoy sus economías repuntan. España va a crecer 3,1% en 2016, más que Alemania. Estonia en los primeros dos años de su programa de recortes perdió el 25% de su PIB; sin embargo se levantó. De otorgarse un tercer rescate a Grecia, están pidiendo 53.000 millones más, cada país de la eurozona tendrá que hacer su aporte, a riesgo que un dinero que se puede aplicar en su propio país para hacer escuelas, hospitales, carreteras, etc., se pierda en el barril sin fondo de una nación despilfarradora. Esa es la disyuntiva. La propuesta que acaba de hacer Grecia el jueves, en la que propone una reducción de su gasto público de casi 15.000 millones de euros, más de lo que le habían pedido, parece indicar que aterrizaron. Así el mandato del referéndum se incumplió, están acogiendo condiciones más duras que antes. Extrañamente los derrotados del domingo, salían el jueves a presionar por la permanencia en Europa, lo que implica la aceptación de las condiciones de Troika. Los triunfadores se quedaban en su casa. La no apertura de los bancos el jueves 9, como prometió el gobierno, los convenció que no hay otra, sino tomarse el purgante. Veremos ahora si Tsipras patea de nuevo y conduce a su país al abismo.