El papa Francisco celebró hoy una misa multitudinaria en el santuario de la Virgen de Caacupé, en Paraguay, en la que puso el ejemplo de la “vida difícil” de María para superar los momentos problemáticos.
Su elogio a María le llevó a hablar de las “mujeres y madres paraguayas, que, con gran valor y abnegación, han sabido levantar un país derrotado, hundido, sumergido por la guerra”.
Mujeres, que como María, “han vivido situaciones muy, pero muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe”, explicó.
“Cuando todo parecía derrumbarse, junto a María se decían: No temamos, el Señor está con nosotras, está con nuestro Pueblo, con nuestras familias, hagamos lo que Él nos diga”, agregó un emocionado Jorge Bergoglio.
En este santuario de la virgen, que venera Bergoglio desde su época como arzobispo de Buenos Aires, se recuerda que “todos somos hermanos”, resaltó el pontífice.
“Es un lugar de fiesta, de encuentro, de familia”, dijo, y así fue también hoy con decenas de miles de paraguayos y de argentinos que acudieron al santuario.
Antes de comenzar la misa, Bergoglio, quien parecía emocionado, hizo parar la procesión de entrada en la plaza y se detuvo unos minutos, hasta que la marcha volvió a reanudarse.
Al explicar una de las lectura de hoy en la misa, la del anuncio del ángel a María, el papa destacó que el “sí” de la virgen no fue “nada fácil de vivir”.
Francisco relató los tres momentos más difíciles en la vida de María, el primero de ellos el del nacimiento de Jesús, ya que no “había un lugar para ellos, no tenían una casa, ni una habitación para recibir a su hijo”.
El segundo fue la huida a Egipto, cuando “se convirtieron en migrantes por la codicia y la avaricia del emperador”, y el tercero la muerte en la cruz porque “no debe existir situación más difícil para una madre que acompañar la muerte de un hijo”.
“Vemos su vida y nos sentimos comprendidos, entendidos. Podemos sentarnos a rezar y usar un lenguaje común frente a un sinfín de situaciones que vivimos a diario”, afirmó.
Para el pontífice argentino, “nos podemos identificar en muchas situaciones de su vida” y ella es “testimonio de que Dios no defrauda, no abandona a su pueblo”.
Recordó cómo la imagen de la virgen está en muchos hospitales, casas, oficinas y escuelas, y “en la mirada de una imagen, estampita o medalla. Bajo el signo de un rosario, sabemos que no vamos solos”.
Fue “una Madre que aprendió a escuchar y a vivir en medio de tantas dificultades de aquel: ‘No temas, el Señor está contigo'”, señaló.
A los paraguayos les instó a “no perder la memoria, las raíces, los muchos testimonios que han recibido de pueblo creyente”.
También les exhortó a ser “portadores de esta fe, de esta vida, de esta esperanza” y añadió: “Sean ustedes los forjadores de este hoy y mañana paraguayo”.
El papa había insistido en visitar Caacupé, ya que cuando era arzobispo de Buenos Aires inauguró muchas capillas en las Villas Miserias dedicadas a esta virgen de “los milagros” para los numerosos inmigrantes paraguayos en Argentina.
Los peregrinos que van estos lugares, añadió, vienen “a presentar nuestras necesidades, venimos a agradecer, a pedir perdón y a volver a empezar”.
“Como tantas otras veces, hemos venido porque queremos renovar nuestras ganas de vivir la alegría del Evangelio”, dijo.
En su primera misa en Paraguay, adonde llegó ayer procedente de Bolivia y tras visitar anteriormente Ecuador, Francisco explicó que este santuario “es parte vital del pueblo paraguayo”. EFE