Se complica el laberinto de Dilma Rousseff

Se complica el laberinto de Dilma Rousseff

Foto EFE

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  • Presuntas irregularidades podrían abrir el proceso de ‘impeachment’ de la presidenta

  • A sus problemas fiscales se podría unir el cobro de dinero ilegal en campaña electoral

  • Una economía a la deriva y el desempleo provocan sus peores índices de popularidad

 

Germán Arandia Especial para EL MUNDO / Río de Janeiro

El aumento del desempleo en Brasil (hasta un 8%), la inflación que ahoga al consumidor y su bajísimo nivel de aprobación -estos dos elementos coinciden en valores de un 9%- son ahora mismo preocupaciones secundarias para la presidenta Dilma Rousseff,sobre todo si se comparan con los dos caminos abiertos hacia su ‘impeachment’ y fin de mandato. Por un lado, el Tribunal de Cuentas brasileño analiza si la mandataria cometió fraude fiscal en su balance de 2014, lo cual de demostrarse podría costarle el cargo y, por el otro, el Tribunal Supremo Electoral evalúa a petición de opositores del PSDB si Rousseff recibió dinero ilegal procedente de Petrobras en su última campaña electoral, en cuyo caso el ‘impeachment’ también podría tener base legal.

Para que el ‘impeachment’ sea posible, el Congreso debe votarlo después de que se demuestre alguna de las ilegalidades cometidas por la presidenta. Las dos amenazas podrían no concretarse, “ambos procesos están en fase incipiente, es muy pronto y hay que esperar la decisión de los tribunales”, advierte el jurista y ex presidente del Tribunal Supremo brasileño Carlos Ayres Britto, quien no obstante reconoce que Rousseff pasa por “una crisis muy grave” aunque celebra, en contrapartida, “que las instituciones están funcionando mejor que nunca” y considera el hecho de que la mandataria sea juzgada por ambos organismos una prueba de ello.

El Tribunal de Cuentas exigió a mediados del mes pasado a la presidenta explicaciones por unas maniobras fiscales llevadas a cabo entre 2009 y 2014. El Tesoro Nacional habría retenido el traspaso de fondos a los bancos oficiales para maquillar las cuentas del gobierno, con desfases que alcanzarían los 11 millones de euros. Según informó este miércoles el diario ‘Estado de Sao Paulo’, el gobierno ya da por perdido este juicio del Tribunal de Cuentas y trabaja para convencer a los aliados en el Congreso para que frenen la posible petición de ‘impeachment’ que podría emerger en la cámara en caso de que se demuestre la improbidad.

El otro camino por el que la oposición, liderada por el PSDB, podría buscar el fin de Rousseff es el presunto cobro de dinero ilegal en la campaña electoral del pasado año procedente de Petrobras. La petrolera, alrededor de la cual se montó un gigantesco entramado de corrupción y pago de sobornos implicando a altos cargos políticos y a grandes constructoras, habría donado fondos procedentes de esta trama criminal a la campaña presidencial del PT. Para que se abra esta vía, “no sólo hay que probar que Petrobras donó dinero sino que esos fondos que donó provienen de la trama criminal”, recuerda Ayres Britto, que señala que “el desconocimiento de la presidenta de la procedencia de los fondos puede ser también un argumento utilizado por la defensa”.

Para Britto, “la prohibición de las donaciones de empresas en campaña es una necesidad absoluta y la gran prioridad para mejorar la democracia y acabar con la perversa asociación que existe entre el poder público y el poder privado”. Precisamente, a última hora del jueves se aprobó un texto en el Congreso que, en caso de ser corroborada por el Senado, limitará el gasto de dinero en las campañas electorales y vetará las donaciones a partidos de empresas que ejecuten obras públicas.

Mientras estos dos procesos avanzan a un ritmo siempre imprevisible en Brasil, donde toda resolución puede aplazarse eternamente o precipitarse de repente, la economía sigue dificultando a Rousseff la huída de este callejón sin salida. El FMI empeoró esta semana las expectativas de 2015 pasando de un 1 a un 1.5% las previsiones de recesión para 2015, pocos días después de que se conociera un 9% de inflación acumulada que representa el peor valor en los últimos 19 años en el país. Además de llegar al bolsillo del consumidor, la situación económica está también empezando a costar puestos de trabajo: el 8,1% de desempleo entre marzo y mayo pasados suponen un 18% más que en el mismo periodo de 2014.

Con este panorama no sorprende que la aprobación de Rousseff estimada por el IBOPE (instituto público de estadística) se sitúe en los mismos niveles -9%- que el ex presidente Collor de Melo justo antes de sufrir un ‘impeachment’ en 1992. No obstante, “en el caso de Collor quedó comprobada su improbidad administrativa y había un movimiento en las calles, los ‘caras-pintadas’, muy organizados contra su figura”, señala Ayres Britto. “Hoy no existe este movimiento y aún existen personas que confían en que Rousseff se reinvente y asuma un papel de estadista en lugar de gerente”. La mandataria, por el momento, ha dado un paso al frente y está concediendo más entrevistas que nunca. En la última a ‘Folha de Sao Paulo’, acusó a cierta oposición de “golpista” y repitió hasta tres veces: “No voy a caer, no voy a caer, no voy a caer”

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