El Papa Francisco en su gira sudamericana como pastor espiritual también demostró ser un avezado político instruido profundamente en la idiosincrasia de América Latina, sobre todo, demostró conocer a profundidad las autocracias, quizás porque ha vivido en carne propia la soberbia de la autocracia bolivariana del sur que convirtió al país más avanzado, moderno y culto, del continente en uno de los más atrasado, autocrático y corrupto de la región, que ha terminado por colapsar la economía y el gentilicio de la Argentina. Ha vivido la autocracia peronista, el populismo político que destruyo el país y la consciencia ciudadana, el paso de las dictaduras militares y sus horrores, en fin, conoce de las ideologizaciones y sus consecuencias, los fanatismos y radicalismos que conducen a la división del país y sus ciudadanos, el exilio, la prisión, la tortura y la muerte que generan estos regímenes, de allí, que su gira por Sudamérica fue para convocar a la reconciliación, al diálogo, a abandonar los personalismos, “las ideologías que piensan por el pueblo y no dejan pensar al pueblo” e invitó a la construcción de una nueva sociedad en donde los políticos y los empresarios en su afán de construcción de desarrollo, éste tenga que tener rostro humano, que el destinatario sea el bienestar del pueblo y no el beneficio para los empresarios y los políticos.
Sin lugar a dudas, el Papa ha traído y vertido en el continente americano un movimiento revolucionario democrático, que confronta las corrientes autocracias e ideológicas, por el cual, invitó a abandonar los liderazgos personalistas, ese afán de los liderazgos únicos que se alejan de las democracias, las libertades públicas, de la justicia social y del propio pueblo para su autosatisfacción. “Las autocracias, la ideologización, el pensamiento único y la uniformidad no solo nos anula sino nos hace autómatas”, ha expresado en Bolivia para inmediatamente señalar, “Aquel grito de libertad prorrumpido hace poco más de 200 años no le faltó la convicción ni la fuerza, pero la historia nos cuenta que sólo fue contundente cuando dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos, la falta de comprensión de otros procesos libertarios con características distintas pero no por eso antagónicas”. Nos enseñó que las autocracias y el pensamiento único por su propia naturaleza son corrupta de allí que señaló que “la corrupción es una polilla, es la gangrena del pueblo”, ya que sin duda alguna, es la que conduce al caos moral, político, económico y la destrucción social e institucional.
La crisis económica y política por la que atraviesa el continente tiene su origen en el no reconocimiento del otro, del adversario político al que no quiere reconocer; de allí que el Papa invito al diálogo para la resolución de los conflictos políticos, sociales e internacionales. El diálogo es indispensable, enfatizó, “sin diálogo no se encuentra ninguna solución a los problemas. Hay que construir puentes en lugar de muros”. “Dialogar no es negociar, es buscar el bien común para todos. Es pensar que es lo mejor para todos”. El Papa Francisco está consciente que en estos regímenes autocráticos izquierdosos y empresariales de derecha sin el diálogo se profundizaran los conflictos políticos y sociales y conducirá a la autodestrucción del estado y la tragedia que ella conlleva para los pueblos. Enalteció los valores democráticos frente “al autoritarismo ideológico que nos conduce a radicalismos políticos y sociales, a la corrupción y la sumisión de un pueblo que ha cedido su derecho a pensar y a escoger su destino en libertad, ha cedido su libertad a cambio de su sobrevivencia y entregado al líder grandilocuente que lo engaña, lo aturde a cambio de su permanencia indefinida en el poder”.
El mensaje del Papa en esta cruzada por Sudamérica tuvo un destinatario propio sin mencionarlo, porque pincelo y caracterizo los malos sistemas políticos que han conducido a la falta de libertades y al sometimiento de los pueblos, a la crisis económica y social, a la corrupción, a las ideologías, a los autoritarismos y personalismos que sacuden al continente. En su pensamiento sin mencionarlos dibujo la tragedia política de los bolivarianos izquierdosos de Argentina, de Brasil, de Ecuador, de Bolivia, de Nicaragua, en fin, casi pudiéramos decir que tenía como destinatario final a la Venezuela de Nicolás Maduro y Diosdado Cabellos, a esta revolución bolivariana de pensamiento único, radical, divisionista, autoritaria, malandra y corrupta, y propone que la nueva sociedad que emerja sea democrática, de diálogo, de concertación social y política pero con justicia, de desarrollo económico pero con rostro humano comprometiendo al político y al empresario a mirar más allá de sus intereses para buscar el bien común, que en definitiva, es en bien del pueblo. El Papa Francisco nos ha mostrado el nuevo camino que debemos recorrer, es ahora la responsabilidad de nosotros, continuarla o seguir por el sendero de quienes nos precedieron con iguales consecuencias. El 6 de diciembre los venezolanos tenemos la oportunidad de escoger y construir el sistema político que soberanamente escojamos en las urnas o por el contrario seguir por el camino de la esclavitud ideológica, destrucción y el colapso nacional.