¿Cuáles son sus funciones? ¿Cuáles sus obligaciones? ¿Podrán resolver la crisis? ¿Cómo piensan hacerlo? ¿Cuáles son sus deberes? ¿Cuál programa ejecutarán? ¿Qué leyes tendrán prioridad? ¿Qué leyes serán reformadas? ¿De las que tienen prioridad, las nuevas y las reformadas, cuáles serán finalmente promulgadas y como afectarán nuestras vidas?
Este sería un análisis habitual en una campaña electoral pero no en la Venezuela que venimos padeciendo en los últimos años, pues todo indica que nos hemos convertido en un país distinto en el cual los electores más que escoger y decidir, deben aceptar engaños expuestos al chantaje, la manipulación y recientemente la inhabilitación de candidatos con niveles de simpatías populares.
En esta Venezuela empobrecida y controlada por el oficialismo quienes participan en la contienda electoral recurren con terquedad obsesiva a las tácticas de coerción y amenazas.
En el partido oficialista cuando se tiene diferencias de criterios o señalas alguna discrepancia te reprochan y califican de escuálido, traidor, apátrida, pelucón, imperialista y otros adjetivos que sin duda producen aprehensión a la diatriba.
No es sólo el nido de ambiciones chavista
Por otro lado el juego de tronos opositor hace lo mismo, te consideran como quintacolumnista, te marcan por según ellos hacerle el juego al oficialismo, insisten en que no se pierda el objetivo –que siempre es ser electos ellos mismos, reclaman que los adversarios son otros, entre otras expresiones que sólo buscan inhibir la discusión.
Para los chavistas quienes no que hagan preguntas son revolucionarios, para los opositores –MUD- no se es demócrata si se pregunta por qué.
Sin tener conocimiento en materia de psicología, investigando y consultando parece que estos síntomas indican que podemos estar en presencia de una condición mental que se llama en psicología cognitiva, “anticipación negativa”. En palabras de fácil compresión sería “una condición de censura del pensamiento” es decir, no hago esto o aquello porque todo me sale mal; no saco a bailar a la muchacha porque me rechazará; no establezco conversación porque seré ignorado; el perro me va a morder. Es el cuento aquél de métase su gato por donde le quepa.
El problema es que esta situación genera pesimismo y sus consecuencias son de cuidado y producen desconfianza en el actuar. La estrategia –para darle algún término- ha resultado tan perniciosa y desacertada que hoy la mayoría de los ciudadanos con derecho a votar están decepcionados y molestos, en consecuencia un conjunto importante y creciente de venezolanos –según la generalidad de los estudios de opinión- se autoubican en la zona de independientes o conocidos como ni-ni.
A pesar del fracaso comprobado se insiste de modo enfermizo en continuar con este modelo de campaña y el oficialismo advierte que de ganar la oposición las misiones serán eliminadas; a los pensionados no se les respetarán las jubilaciones, y cuanta manipulación se les ocurre, mientras la oposición asegura que de ganar el chavismo no habrá nada que comer, se terminará de acabar la propiedad privada, todas las empresas serán del Gobierno y en consecuencia incapaces de producir nada.
Ambos bandos están tan preocupados porque pierden a diario y pasos agigantados sus posibles electores, que no perciben ni se dan cuenta que sus tácticas son similares y en el plano político esta maniobra tiene efectos contraproducentes y muy graves, ya que de generalizarse esta actitud la apatía, el desgano y la resignación se hacen presentes deslegitimizando la contienda electoral por la alta abstención que pudiera producirse.
De tal manera, se hace necesaria y urgente –además de conveniente- la rectificación de las políticas electorales en ambos bandos, de no hacerlo se incrementará el descontento, no lograrán entusiasmar ni siquiera a los llamados “duros” y la abstención será colosal.
Las recientes inhabilitaciones realizadas por la Contraloría General –y las que faltan- forman parte de esta nefasta estrategia, peor aún, es la apatía e inacción ante tan abusadoras condiciones y ante clarísimas violaciones de las leyes y de las bases esenciales de la democracia.
Los venezolanos tenemos, debemos y estamos obligados a exigir a los participantes en la disputa electoral que se avecina dejen estas tácticas que en nada contribuyen al buen desarrollo y comiencen a contribuir con proposiciones serias, viables y no engañosas. Estamos exigidos a superar la desesperanza venga de donde venga y disponernos a comenzar nuevamente para labrar el futuro del país que queremos y tanto deseamos. Y eso sólo depende de nosotros.
@ArmandoMartini