Cuando los mercados petroleros tienen razones para suponer que en el futuro los precios petroleros van a ser más altos, se produce un fenómeno conocido como “Contango”. Por el contrario, cuando surgen condiciones que permiten anticipar que los precios petroleros en el futuro han de ser menores, el fenómeno se denomina “Bacwardation”. En ambos casos los mercados apuestan y comienzan a especular y anticipan el aumento o la baja que terminan ocurriendo como una suerte de profecía auto cumplida.
Fue una situación de “Contango” la que imperó en la mayor parte de los últimos tres lustros, llevando a los dirigentes del Socialismo del Siglo XXI a creer que los precios petroleros seguirían aumentando indefinidamente, que podrían disponer de recursos ilimitados y que su revolución habría de durar para siempre.
Chávez llegó a decir que el petróleo alcanzaría los 200 dólares. ¿En qué se basaba? Pues bien, él era un convencido de la teoría conocida como “el punto de Hubbert” o también como el “peak point” o “peak oil”. Se basaba en las ideas de un geofísico llamado King Hubbert quien en los años 50 vaticinaba que hacia la primera década del siglo XXI la producción mundial de petróleo habría de alcanzar su cénit o “punto pico” (ya que las reservas mundiales no podrían seguir creciendo al ritmo requerido) en tanto que el consumo si lo haría. El precio del barril por tanto necesariamente subiría.
Quienes creyeron en Hubbert cometieron el error de no darle importancia a la tecnología. No entendieron que mientras más alto era el precio del petróleo y más inseguro su suministro, mayor estímulo habría para desarrollar agentes energéticos alternos, estimular el ahorro de la energía o desarrollar mejores tecnologías para aumentar la producción de hidrocarburos.
La tres cosas ocurrieron. Nuevos agentes están surgiendo, a la vez que hoy en día equipos, automóviles y motores consumen mucho menos energía que antes. Simultáneamente se han desarrollado nuevas tecnologías como el “fracking” que permiten explotar inmensas cantidades adicionales de hidrocarburos en un tipo de rocas conocidas como “lutitas petrolíferas”, antes no accesibles por razones de costos. Ya las reservas no son escasas.
Por lo tanto las expectativas han cambiado en los mercados petroleros y han variado también las políticas de la OPEP. Ya los países árabes de Golfo Pérsico -como Arabia Saudita, Kuwait y Emiratos Árabes- se niegan a recurrir a recortes de producción para propiciar aumentos en los precios. Saben que si lo hacen simplemente serán desplazados de los mercados petroleros.
Hay además un enfriamiento de la economía mundial por lo cual la demanda de petróleo ya no está creciendo como se esperaba en tanto que su oferta sigue expandiéndose. Ya nadie habla de la teoría del “peak point” de la oferta, sino más bien del “peak point” de la demanda.
Adicionalmente se produce un arreglo entre EEUU (y otras potencias) con Irán. Este último abandona sus planes vinculados con armamentos atómicos y abre sus plantas nucleares a la inspección internacional lo que conduce al levantamiento de las sanciones contra ese país. Se espera que en los próximos meses la producción petrolera iraní aumente en un millón de barriles diarios, que engrosarán el excedente de oferta.
Todo lo anterior explica que los mercados hayan entrado en condición de “backwardation” y las expectativas son hacia una baja en los precios del petróleo. Aún sin necesidad de esperar a que se materialice el aumento de la producción iraní, los mercados ya están apostando a la baja y especulando en ese sentido.
Volvamos al caso de Venezuela. Nuestro país tendrá que pagar el precio de tres lustros de políticas dogmáticas y populistas. El 96% de nuestros ingresos en divisas provienen del petróleo y ante las expectativas de caída en sus precios la situación económica del país podría complicarse considerablemente. El financiamiento externo se cierra ante el temor de un default que anticipan las agencias internacionales calificadoras de riesgo.
Las reservas internacionales del BCV caen peligrosamente, el déficit fiscal se abulta y el Banco Central lo financia de manera creciente con dinero inorgánico, con lo cual se expande la masa monetaria contribuyendo a una devaluación desbocada del paralelo, los niveles de inflación son tales que el BCV teme informarlos, la escasez se generaliza en el país y las misiones están venidas a menos. Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional vaticina una caída del 7% del PIB.
No sólo los mercados petroleros pueden sufrir las consecuencias de una condición de “backwardation”. También a los mercados políticos se les aplica el concepto. En las actualidad la sociedad ha llegado a la convicción de que ante el fracaso que ha demostrado, el chavismo valdrá menos en el futuro . Ya comienzan a anticiparse decisiones y apuestas –inclusive entre sus allegados- que contribuyen a que se esté materializando una profecía de caída auto cumplida. Eso ya lo evidencian todas las encuestas.
Un gobierno desesperado, dando palos de ciego, inhabilitando opositores a los que teme vencer en buena lid, sin atreverse a tomar obvias medidas económicas por temor a su costo, al que la acumulación de errores le está pasando factura por todas partes, desenmascarado y cada vez más aislado en materia internacional, constituye un ejemplo típico de una condición de “backwardation” en el terreno política.
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@josetorohardy