Acción y reacción, casi inmediata. El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, convirtió en la tarde de este domingo un acto altruista de la Misión Milagro, para personas que viven en situación de pobreza y no pueden costear operaciones oftalmológicas que les permitan ver a plenitud, en otro acto político en donde enfiló su verborrea hacia la Organización de los Estados Americanos.
El primer mandatario nacional señaló en su turno al micrófono que la OEA es un “trasto que no sirve”.
“Se convierte en una conspiración contra los pueblos progresistas del continente. Es un traste viejo y caduco, dominado por una burocracia imperial que cada vez la hunde más”, afirmó en su típico tono alto.
En horas de la mañana de este domingo, el gobernador del estado Miranda Henrique Capriles, informó a la población que se entrevistaría en Washington este lunes con el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, para pedir observadores internacionales para los comicios parlamentarios a realizarse en diciembre.
“Voy con el planteamiento de la observación electoral de este organismo en los próximos comicios parlamentarios, y también expondremos la situación de los Derechos Humanos y económicos”, informó Capriles.
Maduro, en su búsqueda de un culpable, ha señalado a Capriles de estar detrás de la delincuencia “paramilitar” que azota al país, la cual ha crecido exponencialmente en 16 años de la llamada “revolución” impulsada por el fallecido presidente Hugo Chávez.
La última vez que Maduro había despotricado de la OEA, fue el pasado mes de marzo del 2014, cuando se anunció una reunión de cancilleres para tratar las protestas de ese año.
“La OEA déjenla por allá donde está, en Washington se ve bien bonita, bien lejos de nosotros, porque nuestro camino es el Sur, es la Celac, la Unasur, el Alba, ese es nuestro camino. Fuera la OEA por ahora y para siempre”, dijo en esa oportunidad.