Pero la escena está servida para el más sorprendente show de la desvergüenza y el cinismo a destajo. Empieza el desfile de los inhabilitados. Todos en el palco, atenazados a sus asientos, ven como Rosales, Scarano, Ceballos, Machado y Pérez recorren la platea con el único pecado de ser probables victoriosos en las futuras elecciones parlamentarias. La paleta de colores es sólo azul. Esas equis no son asestadas a ningún rojo, pues el gran martillo contralor sólo ajusticia a su conveniencia. La voz del pueblo está afónica.
Esta extenuante función de circo ya es harta conocida, aunque varíen los estilos y la programación. El artilugio es que las cifras y encuestas no cuadran, por lo cual deben eliminar a muchos de los más populares y emocionales del cuadro candidatural. Ya no importa si el pueblo maneja lógica deductiva o se pregunta por qué en esta ruleta siempre sale el mismo número. Las leyes se manejan como antojos de medianoche y sólo trazan espirales que llegan al mismo punto: sobrevivir con cualquier pantomima, pero sobrevivir.
La realidad es que existe un país que se desploma a grandes pedazos, ante un sismo económico que le hace romper la crisma al más erudito. Los billetes son como papelillos inservibles que se lanzan al aire en este acto circense. Venezuela ocupa el primer lugar del mundo en tener el billete de mayor denominación –el tan limitado de100 bolívares–, con menor poder adquisitivo, ante la renuencia del Banco Central de editar el de 500.
Nos ahogamos en un circo invertido. Arguyen con descaro que se respetan los derechos humanos, mientras debemos colocar las cabezas en las fauces del león y nadie nos enseñó a ser domadores. Nosotros permanecemos enjaulados y los animales andan sueltos, haciendo de las suyas. Las focas aplauden en el parlamento y el bufón mayor arremete como el mandamás de la escaramuza.
El gran mago de la economía desaparece nuestra quincena ante nuestros ojos estupefactos y apenas unas bolsitas de productos se anidan en nuestras manos. Sale el elefante blanco pletórico de adulaciones, aunque sus vocablos sea el mismo plato aburrido, vociferado en los medios. También el gran mono deudor, proveniente de China, Rusia y hasta Irán, hace maromas para caer desplomado en la insufrible, desfalleciente y alocada economía venezolana.
El mejor acto lo viviremos el 6 de diciembre. Pese a que tapien las vías con desafueros, arbitrariedades y abusos de poder, la misión es salir a sufragar en los comicios para elegir a nuestros diputados en la AN. Ese es nuestro objetivo.