Esta es la rocambolesca historia del periplo de un coche histórico.
Por Fernando Ramos, CNN
Un favor “patriota”
El colombiano Luis Fernando Arango dice que el 6 de marzo de 2013 recibió la llamada de los dueños de la Funeraria Vallés de Venezuela.
Le pedían el favor de prestarles un coche fúnebre que permitiera que los asistentes al sepelio del presidente Hugo Chávez pudieran ver el ataúd durante el recorrido por Caracas.
Arango de inmediato accedió a prestarles el Lincoln modelo 98 de su propiedad que había sido utilizado en otros funerales de Estado.
El dueño de la Funeraria San Vicente asegura que de inmediato el gobierno de Venezuela envió un avión de la Fuerza Aérea hasta el aeropuerto José María Córdoba de Rionegro, Antioquia, para recoger el vehículo.
“El avión salió prácticamente sobre el tiempo porque salió a las 4 de la tarde en vísperas del entierro del expresidente Hugo Chávez. Al día siguiente a las 10 de la mañana ya estaban en el cortejo”, cuenta Arango.
Los dueños del coche fúnebre sostienen que funcionarios del gobierno colombiano y representantes del gobierno venezolano agilizaron el trámite de exportación y que, por la premura del tiempo, el vehículo salió del país aún cuando faltaban algunos documentos aduaneros.
“El vehículo llegó en tiempo record al aeropuerto de Maiquetía”, dice
Alonso Correa, gerente de la Funeraria San Vicente.
Andrés Ávila. subdirector comercial de la Dirección de Impuestos y Aduanas de Colombia, DIAN, explica que “la exportación del vehículo documentalmente cumplió en su momento con los documentos de salida para ser autorizada”.
Pero ese avión nunca volvió para devolver el vehículo a Medellín.
La Funeraria Vallés en Caracas dice que no estaba previsto que el coche fuera regresado por vía aérea.
Eduardo Elías Vallés, de la Funeraria Vallés Venezuela, asegura que no hubo demora por parte de los venezolanos para definir la fecha de entrega.
Y 6 meses después….
El vehículo permaneció en Venezuela durante seis meses sin explicación alguna. Posteriormente la funeraria que lo tenía en préstamo para las exequias del expresidente Chávez lo dejó en San Antonio del Táchira, en la frontera con Colombia. Allí empezó la verdadera pesadilla para los dueños originales de este coche fúnebre.
La Funeraria San Vicente tuvo que enviar entonces a un funcionario a recoger el vehículo en julio de 2013.
Pero, aunque se permitió el ingreso del vehículo a Colombia por el paso fronterizo, esa supuesta autorización no quedó registrada por escrito.
Andrés Ávila, de la DIAN, señala que “el vehículo ingresó al país sin ser presentado ante la autoridad aduanera de Cúcuta, por ende la norma aduanera expresa que en estos casos es necesario se debe proceder a la aprehensión y decomiso del vehículo “.
“No entiendo cómo se suscitó que el gobierno colombiano no hubiera colaborado aún mas con esta empresa colombiana, la San Vicente, y que no hubiese exigido a sus autoridades internas colaborar con la San Vicente en haberle resuelto el problema de la importación de su vehículo”, reclama el venezolano Eduardo Elías Vallés.
Al ser considerado como contrabando, el vehículo pasó en febrero a manos del Estado y fue subastado tres meses después en una puja pública en la que, por ley, no podía participar su dueño original.
Un particular pagó el equivalente a 45.000 dólares por él.
Alonso Correa, de la Funeraria San Vicente, se lamenta: “Nos queda ese sabor amargo de que por prestar un servicio gratuito en un acto casi que patriótico porque se trataba de un momento crítico de la hermana República de Venezuela, y porque necesitaban el vehículo que nosotros teníamos, terminamos en el banquillo de los acusados y en un proceso y nos califiquen casi que de delincuentes”.
“Nos tacharon de contrabandistas y por eso nos sancionaron. No solamente moralmente quedamos afectados sino que también económicamente tuvimos que pagar por lo nuestro y todo por hacer un favor, porque por este servicio no hubo ninguna factura.”
La DIAN, a su vez, dice que cumplió con su deber: “Lamentamos lo sucedido pero lo cierto es que nosotros como funcionarios públicos estamos obligados a cumplir lo que dice la norma”, manifestó Ávila.
Un valor histórico
Los dueños de la funeraria encontraron a la persona que adquirió el vehículo y se lo compraron por unos 60.000 dólares. Dicen que tiene un valor histórico.
Para Luis Arango, dueño de San Vicente, dice que van a reparar el carro. “Hay mucha gente que solicita el vehículo de Chávez. No faltará quien dice que en ese carro no quiere montarse, pero mucha gente solicita el carro de Chávez”.
El vehículo estará nuevamente en servicio en menos de un mes.