El Centro Penitenciario de Aragua es un oasis dentro del sistema carcelario de Venezuela -y de Iberoamérica en general- donde prevalecen los privilegios lujosos de los presos, publica ABC de España.
La violencia estructural en las cárceles iberoamericanas deja cada año miles de muertos. Centro del narcotráfico internacional, muchos son los europeos que terminan en estas prisiones, de las peores del planeta por su hacinamiento y la acción de las bandas, y viven situaciones catastróficas. Venezuela no iba a ser menos.
Durante 2014 murieron 309 reclusos y 179 resultaron heridos en cárceles venezolanas, informó este martes el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) en su informe anual. Sin embargo, el Centro Penitenciario de Aragua, más conocido como Tocorón, la realidad es un «poco» diferente.
Allí los privilegios de los presos son la norma. Una discoteca, Disco Tokio, un centro hípico, un gimnasio con piscina, un zoológico, un banco, utilizado para el dinero que reciben de su entorno fuera de la cárcel, y multitud de restaurantes, como «El Sazón del Hampa», ofrecen una vida al reo que ya quisieran muchos venezolanos en libertad, con problemas para encontrar productos de primera necesidad. Como da cuenta el medio venezolano «RunRun», en el penal de Tocorón los jefes del hampa nacional hacen y deshacen a su antojo. Se les conoce como «pranes» (Preso, rematado, asesino, nato).
Desde hace varios años, Tocorón está bajo control del «pran» Héctor Guerrero, alias «El Niño Guerrero», quien se dio a conocer en 2012, cuando se fugó supuestamente con la ayuda de su novia de entonces Jimena Araya, conocida como «Rosita». Un año después fue recapturado.
«Las discotecas en las cárceles siempre han existido, por lo menos desde que la revolución (1999) llegó aquí. Lamentablemente, es una perversión», dijo una vez la ministra para el Servicio Penitenciario de Venezuela, Iris Varela, tras la muerte de un preso en las cárceles. Hace unos meses falleció un dirigente opositor venezolano, Rodolfo González, tras ahorcarse en su celda.