El país atraviesa una situación de conmoción política, económica y social que debe llamarnos a la reflexión a todos, especialmente a la inmensa mayoría de venezolanos que estamos inconformes con las acciones y omisiones de este régimen que nos ha sumido en la realidad que hoy padecemos. Aunque lo hemos hecho en forma reiterada, parece una necedad pedir al gobierno que actúe, que aplique políticas que sin duda podrían mejorar nuestro panorama actual, pero está claro que esta gente ni reconoce su responsabilidad ni está dispuesta a implementar esos correctivos. Ante esto, reitero que el llamado tenemos que hacérnoslo todos los que nada tenemos que ver con quienes llevan al país a un abismo sin final.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos? ¿Qué podemos hacer quienes hemos tenido algún rol dirigencial en este presente con más de tres lustros de pasado? Lo primero que tenemos que hacer es asumir la gravedad de la realidad. Y creo que todos –salvo algunas excepciones integradas por enchufados y personas de buena fe influenciadas por la propaganda gubernamental– estamos claros en que este es un desastre provocado por quienes detentan el poder en nuestro país. No me detendré en eso. Estamos conscientes. Pero tenemos que activarnos. Esto no es un asunto de los políticos. Esto no es un asunto de los empresarios o de los trabajadores, todos azotados por las circunstancias que vivimos. Este es un tema de todos. Es en realidad la lucha de una sociedad contra un estado que ha debido servirle y que se ha convertido en un monstruo que la oprime e intenta esclavizarla. Entonces no nos calamos más los llamados en segunda persona: “¿Y ustedes que van a hacer para sacarnos de esto?”. Asumimos nuestra responsabilidad en la lucha por sacar a Venezuela adelante, pero exigimos a la sociedad civil organizada y no organizada, a los trabajadores, a las amas de casa, a los estudiantes, a los desempleados, a los pequeños y grandes empresarios, a los campesinos, a los buhoneros, a todos, que se involucren en la jornada que permitirá iniciar el cambio en nuestra patria. Dejemos de quejarnos y utilicemos toda nuestra energía en activarnos.
No podemos perder la capacidad de asombro con este gobierno. Los señores que están en Miraflores, en el Capitolio, en el máximo tribunal, en el poder electoral y en el poder “ciudadano”; esos que tienen el poder secuestrado de manera oligárquica, son capaces de cualquier cosa para no someterse a la humillante derrota que van a sufrir el 6D. Desde utilizar el ventajismo electoral, profundizar el abuso de poder, continuar la cobarde persecución de opositores, intentar un fraude, hasta atizar la crisis para suspender el proceso comicial. Así que el activarnos supone también estar claros en esas intenciones del gobierno y no pisar el peine. Debemos mantenernos unidos, animados y pacíficos. Y con ese mensaje salir a la calle a conversar con todos. Comencemos con nuestro entorno: familia, amigos, vecinos, compañeros de estudio, de trabajo, etc. El llamado es a estar unidos. Diferencias siempre las habrá, pero ninguna es del tamaño de la responsabilidad que tenemos con Venezuela. Debemos animarnos todos y a pesar de la crisis, asumir con esperanza la posibilidad de cambio. La esperanza es clave. Tenemos la obligación de llenarnos de ese ánimo y jamás ver como opción la abstención. Convencer a quienes piensan que nada hay que hacer, de que votar sigue siendo una opción, la más importante, para producir ese cambio. Y por último, asumir todo este proceso con una actitud pacífica. A quien piense que la violencia es necesaria o puede ayudarnos en algo, quiero decirle que es el mismo régimen quien provoca situaciones que podrían degenerar en violencia y que somos nosotros los llamados a mantener la calma para evitar el arrebato del gobierno. Con todo esto claro, vayamos hacia las propuestas. Las hay y muchas.