Si hiciéramos un paralelismo entre la situación de Brasil y la de Venezuela, guardando la distancia entre las institucionalidades políticas y democráticas entre ambos países, encontraremos que las situaciones políticas y económicas de ambos países no son muy distintas. En Brasil se iniciar la crisis económica cuando intentaron transitar por el camino de la centralización política y económica que a diferencia de nosotros encontró resistencia política, institucional y económica que en la Venezuela de Chávez, como consecuencia al deterioro de los partidos políticos y el desencanto de los sectores populares con la democracia, no encontró ningún tipo de resistencia. La bonanza económica en Brasil construida por Cardozo fue aprovechada por Lula quien la utilizó para instaurar el nefasto populismo que condujo a “Misiones” como el de las bolsa de comida y las ayudas sociales que se convirtieron en espejismos para hoy y tragedias peores para mañana, que igualmente se instauraron en Venezuela derrochando improductivos ingentes recursos petroleros que no volverán, por lo menos por ahora, que en estos regímenes han sido la base de sustentación.
Intereses ideológicos en países con idiosincrasias pragmática y capitalistas desembocan en políticas económicas equivocadas que rompen los equilibrios políticos y económicos que conllevan a un desbalance y primacía de uno de los sectores en contra del otro, con lo cual se produce la confrontación que termina por generar crisis económica, social y política como la vemos en el actual Brasil en donde la economía se ha convertido en una de las causas de la caída de popularidad de la Presidenta que se encuentra con un 8% de popularidad a 6 meses de haber ganado la reelección, por su incapacidad de resolver la inflación que hoy ronda el 9,5% y donde se prevé que la economía se reducirá en 1,5%. El mayor descontento popular fueron las mentiras y el engaño de que con su triunfo garantizaba la no aplicación de recortes y reformas económicas que ahora introduce irreversiblemente para recuperar la economía. Cifras estas económicas que resultan irrisorias en comparación de las venezolanas de Maduro en donde la Inflación para este año se prevé sobre el 190 % y la economía se contrae en 5,5% según la Cepal, con la diferencia de que Maduro cuenta con la indolencia y el conformismo de los venezolanos, esperando que otros sean lo que resuelvan nuestros problemas.
La crisis económica de los países de la izquierda bolivariana latinoamericana ha estado también acompañada y dominada por una crisis de valores morales como es la corrupción administrativa que hoy hace metástasis. El caso de corrupción en Brasil está dominado principalmente por la red de corrupción que se monto desde el Partido de los Trabajadores, partido de gobierno del Brasil en el que se involucra a los principales dirigentes políticos de los partidos de la alianza gubernamental, de miembros del gobierno y de las 7 principales mega-empresas del Brasil con lo cual han ocasionado un supuesto perjuicio a la nación de aproximadamente 2.000 millones de dólares y que conduce entre otras a la presidenta del Brasil a un posible “empichement”, es decir, su destitución. La diferencia con Venezuela no solo son las magnitudes de las cifra del escándalo que tiene tambaleando al gobierno del Brasil, cifra que en Venezuela pudiera acercársele a su comparación solo con las cuentas personales descubiertas en Andorra de solo tres ex-funcionarios venezolanos bolivarianos cuya suma duplica las del escándalo de Petrobras y para colmos en Venezuela, no se investiga. Sin embargo, la cifra que tiene tambaleando al gobierno del Brasil es una minucia en comparación con el solo caso del Fraude en CADIVI denunciado por el Sar Económico del gobierno de Chávez, Jorge Giordani, el cual supera los 25.000 millones de dólares, eso sin aún mencionar ninguno de los casos de PDVSA y de los otros cientos de instituciones del Estado Venezolano.
La diferencia entre ambos países es que en Brasil todavía existe separación de poderes, las instituciones funcionan y el Congreso Nacional ejerce sus funciones de control, por lo tanto, tiene contra la pared a la Presidente Rousseff. En Venezuela los poderes están sometidos y sumisos al gobierno, por lo tanto, no hay instituciones, la corrupción es la orden del día, no existe ni una sola investigación al respecto porque el gobierno no solo la protege sino ella forma parte del gobierno, por lo que las cifra de corrupción por la que se tambalea el gobierno del Brasil palidecen o son simples virusas en comparación con la corrupción venezolana bolivariana, de allí, la importancia de que la oposición gane las elecciones Legislativas del 6 de diciembre próximo, para ver si ¡por fin!, adecentamos a este país que los bolivarianos definitivamente odian, especulan y la han hundido en el lodazal.