Viendo hacia el futuro inmediato, a mediano y largo plazo, nos atreveríamos a apoyar la idea de definir una estrategia encaminada a la formulación de un proyecto de país, verdaderamente incluyente y que apunte al abordaje y solución del conjunto de problemas que afectan a la población, y a la adopción progresiva de tácticas que nos permitan alcanzar el nombrado objetivo final.
Aplicado al momento actual, la oposición tiene la obligación de sumar recursos humanos y materiales, así como esfuerzos, encaminados a lograr un mayor rendimiento, en el sentido de llevar al electorado un mensaje realmente unitario y coherente que plantee, de manera práctica y mejor fundamentada, las alternativas legales que, impulsadas desde una nueva Asamblea Nacional, permitirían vencer el monstruo de mil cabezas como se nos presenta la crisis que afecta a la población. Esto nos llevaría a elaborar un gran inventario donde además de financiamiento y equipamientos, permitiría la incorporación activa de personas representativas de los distintos sectores y actividades de la vida nacional en la formulación del proyecto del país que realmente queremos construir a partir del recate de esa institución fundamental para el funcionamiento de la democracia como es el Parlamento.
De una iniciativa como la indicada, realmente unitaria y participativa, dependería el éxito de las acciones futuras dirigidas al rescate total de la institucionalidad hoy secuestrada por el peor gobierno de toda la historia del país, donde se incluiría la propia presidencia de la república. Pero debemos admitir que aunque pueda resultar muy fácil, visto de esta manera, no contamos con un camino perfectamente habilitado para transitar sin obstáculos; todo lo contrario, la gran diversidad que presenta el conglomerado nacional que hoy adversa al régimen actual, pese a constituir una inmensa ventaja desde el punto de vista electoral, constituye un factor muy difícil para alcanzar en el sentido de lo que podría concebirse como una concertación perfecta. Por ello, el esfuerzo debe ser mayor, y se trataría —de acuerdo con nuestro criterio— de construir ese camino, que permita un mejor desplazamiento hacia el objetivo deseado.
Será preciso, repensar la unidad con proyección a un futuro que trascienda a una etapa posterior al próximo proceso electoral, pues si es clave el paso que hoy estamos dando en función de desplazar del palacio legislativo a quienes hoy lo tienen convertido en un auténtico circo, para encausarlo hacia el cumplimiento de las funciones para lo cual fue creado, más importante aun será asumir posteriormente las riendas en la conducción de un país que hoy se encuentra totalmente distorsionado y con una camarilla erigida prácticamente en dueños de toda la nación. Ese es el reto frente a lo que ha de venir.
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