Cruzar el trecho del despotismo a la Libertad no es fácil. Pero verlo es tan humano como cada respiro y sus ecos. Para mí es siempre elemental repetir que nuestro verdadero adversario es la contracultura sofocante en la que vivimos, más no sus peregrinos y guardias. Son simples piezas de antagónicos colores controlados por la misma mano: El Foro de São Paulo. Es una obra teatral, con diálogos – convincentes –, que manipulando y recreando falsas percepciones, ocultan la realidad, su único y más grande rehén.
Buscando la mayor precisión para crear la premisa de este artículo, hablo de falsos antagonismos tratando de develar todo el montaje de la clase política actual (y sus infinitos dimes-y-diretes) que pretenden un estado vegetativo en el individuo, extrayendo de sí toda capacidad de obrar por sí solo. Trasladándome a los últimos sucesos en su ficción aislante: los verdaderos inhabilitados en el país, son aquellos que se limitan a obedecerle.
Los verdaderos inhabilitados no son los objetivos ficticios del régimen (los socialistas light), sino aquellos que creen que éste último se siente amenazado y por ello actúa de esa manera. El narcocomunismo jamás estará en peligro, mientras tenga a estos agentes adormecedores como caudillos de la moral y así, obligar emocionalmente a sus fieles para apegarse a métodos que dan más legitimidad a aquellos que tomaron por asalto al Estado.
Han causado la predecible bulla mediática las recientes inhabilitaciones emitidas por el régimen a su Oposición Teatral, con el fin de revivir el insípido agrado de estos lame botas de la dictadura. Aunque, a decir verdad, esto es lo que menos preocupa al ver que hay una reacción de empatía (y lástima de borrego) de una porción de la sociedad para con ellos. Incluso yendo más allá, es decepcionante ver cómo se flagelan moralmente por la clase política actual, cuyo objetivo va por debajo de lo humano y se codea con gusanos.
Los que aún duermen, argumentan en su sonambulismo que ‘‘tenemos un enemigo en común’’. A ellos les respondo con un NO; no tenemos un enemigo en común. El único obstáculo que nos separa de una nueva Nación es lo que trae consigo la clase política venezolana y, mientras sea tratada como un punto (y no como el eje que es), se verá cada vez más reforzada.
Estos hijos de Morfeo también dicen que ‘‘hay que hacer lo que sea para sacarlos’’. Pues, no. Me rehúso a luchar con los ojos cerrados y junto a aquellos que aceptan cualquier método para saciar su desesperación con una mentira auto-inducida. No podemos lograr un nuevo país con los mismos métodos que lo han destruido. No todo es efectivo. La mediocridad no se depura con más de ella, ni la ignorancia con “fatiga al conocimiento”.
¡Abra los ojos! Si usted se niega a ver la realidad, a escuchar alternativas y a llamar a los creadores de su miseria por lo que son, entonces, es usted el verdadero inhabilitado.
Desde la Resistencia mantenemos que la inhabilitación que sufre el individuo es existencial y no política. Y tal como dijo un colega: debemos rehabilitar la noción del Ser. Debemos reconstruir el individualismo y actuar según el valor agregado que nos hace únicos. Esto fractura a la élite decadente actual; y su devenir implica el nacimiento de una nueva serie de referentes con el ímpetu y conocimiento necesarios para hacer renacer estas tierras.
Rompa con lo que lo perjudica: sea primero humano antes que seguidor, y será el líder de su propio futuro. Su honor es más importante que el bienestar de un ser ajeno a lo que usted necesita. Despierte del letargo que le indujo los cantos de sirena de la clase política venezolana; sólo así podrá aportar algo y luchar con el máximo de su potencial.
Nosotros despertamos hace tiempo y rehabilitamos nuestra esencia, ¿y usted?
Libertad o nada