“Tenemos razones para unirnos”… Sí, hoy inicio estas líneas con la reflexión que suelo dejar para el final, por la necesidad inaplazable que tenemos los venezolanos de unirnos para rescatar a nuestro país de la inminente crisis humanitaria que toca a la puerta, cada vez con mayor fuerza.
Los hechos de esta semana que culmina no dejan lugar a ninguna duda: nuestra Venezuela está en mengua, y el gobierno, en lugar de declarar una emergencia ejecutiva, en vez de llamar al diálogo a los sectores productivos, académicos, políticos y sociales y decirles: “señores, de aquí no salimos sin el remedio para levantar a nuestra postrada Patria”, se empeña en bajar la santamaria de la casa, y se apresura a abrir el hueco para enterrarla.
¡La conducta de los quienes desgobiernan a la nación supera los límites de la irresponsabilidad! Los altos jerarcas del gobierno están absolutamente desconectados de la realidad. Sus acciones e inacciones son totalmente demenciales.
¿Acaso no ven, así sea de refilón, cuando transitan por las calles de Caracas en sus camionetotas, la angustia de la gente en las colas, cada día más largas, cada día más contenidas, cada día más explosivas? ¿Desconocen que millones de familias humildes no consumen proteínas porque el kilo de carne cuesta 1.500 bolívares, es decir, cinco días de salario mínimo, y un pollo pequeño 800 bolívares?
¿Qué pasó con la promesa del señor Osorio, que dijo que el problema se solucionaría en dos meses? ¿Dónde está la solución para la escasez de alimentos?
¿Y acaso la cúpula del gobierno no sabe que cientos de venezolanos están, en este momento, a las puertas de la muerte por falta de un medicamento…? ¡Un medicamento, por Dios! ¡Esto ocurre en el país con las mayores reservas petroleras del planeta!
El desbarajuste moral de estos individuos, que se tomaron el país como botín y lo despojan de sus riquezas, no solo tiene ahogado el presente de los venezolanos al sumirlos en la miseria. La irracionalidad del gobierno también condena el futuro de nuestros niños y jóvenes, quienes no tienen las garantías constitucionales del derecho a la vida, al trabajo, la cultura, la educación, la justicia social y la igualdad que establece la Constitución, esa que tanto invocan los autollamados “herederos” cuando quieren aplicar el “imperio de la Ley” a quienes sostienen opiniones disidentes, pero que simplemente se guardan en el bolsillo del paltó cuando deciden regalar nuestro petróleo, empeñar las reservas en oro, hacer descuentos en los reales que nos deben otros gobiernos o vender los activos de la Nación sin consultar a nadie.
¿Dónde queda la corresponsabilidad del Estado en la obligación de garantizar a los niños y adolescentes los medios para alimentarse y para educarse? ¿Dónde su obligación de garantizar el derecho a la salud a todos los venezolanos? ¿Dónde la protección de la familia? ¿En cuál cajón se engavetó la obligación del Estado de garantizar a todos una ocupación productiva?
“La Constitución es la norma suprema (…) Todas las personas y órganos que ejercen el Poder Público están sujetas a esta Constitución”. Esos que vuelven a pedirte el voto para el 6 de diciembre, incumplen y violentan el precepto legislativo, están al margen de la Constitución.
Pero nada de esto parece preocuparlos. Viven en otro mundo y quieren que todos los venezolanos veamos el mundo que ellos quieren. Eso explica el cerco a los medios de comunicación, para que no difundan la realidad y en su lugar nos cuenten una de vaqueros.
Pero la gente ya no se come sus cuentos. Nuestro pueblo sabe quiénes son los responsables y están convencidos que este descalabro nacional no puede ser permitido por ningún venezolano que sienta amor por su Patria.
Todos, hombres, mujeres, jóvenes, abuelos, estamos obligados a alzar nuestras voces y a esgrimir el arma democrática del voto para decirles ¡basta… hasta aquí los trajo el río!
Estamos convencidos que el próximo 6 de diciembre los venezolanos saldremos a hacer la única cola que deberíamos hacer, no una cola para comprar un paquete de harina o un rollo de papel higiénico… ¡No! Cada quien irá a hacerla frente a su centro de votación para ejercer su derecho a tener un futuro mejor, a vivir en una Venezuela con oportunidades para todos por igual, donde el petróleo se utilice como la palanca del desarrollo de los otros sectores productivos del país, para que nuestros jóvenes no se vayan porque aquí no tienen posibilidad de progreso, para que cada venezolano pueda llevar a su mesa los alimentos que necesita su familia.
Los venezolanos tenemos miles de razones para unirnos, todos, con un solo objetivo: el rescate de nuestro país. ¡Dios bendiga a Venezuela!