Ninguna de las recomendaciones y críticas surgidas de personalidades internas y externas quienes, como González, están preocupadas por la grave situación del país, es escuchada por Maduro. En vez de intentar la solución de los gravísimos problemas ocasionados por sus malas políticas, chapotea en el fango de la inmoralidad inventando acusaciones cada vez más truculentas contra la disidencia. Ahora utiliza el “testimonio” del descuartizador de Liana Hergueta para involucrar en tan horrendo crimen a una multitud de adversarios políticos internos y externos. Maduro perdió el sentido del ridículo, si alguna vez lo tuvo, al implicar, de nuevo, al ex presidente Álvaro Uribe, al congresista estadounidense Marco Rubio y hasta al encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Venezuela, Phil Laidiaw (la lista es más larga). En lo interno pretende comprometer en el “descuartizamiento” a partidos como Voluntad Popular, Alianza Bravo Pueblo (liderados por los presos políticos López y Ledezma), e incorpora a su estrambótico delirio a Henrique Capriles, María Corina Machado, al editor Miguel Henrique Otero, a Gaby Arellano y al diputado opositor Richard Blanco, entre otros muchos. En esa carrera oficial por ver quién exhibe muestras más escandalosas de la “quiebra moral” que padece el régimen están, además de Maduro, el ministro del Interior, Justicia y Paz (¿Cuál justicia y cual paz?), el alcalde Jorge Rodríguez y otros, exponiéndose así a que todos viéramos en las redes la galería de rojitos al lado del clan Makled y de otros personajes de escalofriante prontuario.
Maduro jamás podrá mostrar los “videos” y “documentos” que dice tener sobre los cientos de “intentos golpistas” que jura haber “descubierto”, o sobre la “culpabilidad” de Estados Unidos en los saqueos que por hambre están ocurriendo en el país, y tampoco demostrar la responsabilidad de la acosada Fedecámaras en esa “guerra económica” fantasma que Maduro ha inventado para desviar su culpa en la quiebra del país. Nadie va a creer a un psicópata descuartizador cuyo “testimonio” transmiten constantemente en VTV. La colega Thabata Molina decía, a propósito de esta aberración, que “cuando el régimen necesita a un violador y asesino para que crean sus argumentos, es prueba de que llegó al nivel más alto de inmoralidad”. El Nacional informa que el dirigente estudiantil de Un Nuevo Tiempo, Alejandro Zerpa, está detenido en el Sebin después de que el asesino de Hergueta, José Pérez Venta, lo incriminó en un video de ser uno de los responsables de colocar guayas durante las guarimbas. El descuartizador involucra también al general Rivero y a Enrique Mendoza, con lo cual comprueba su condición de “patriota cooperante”. Los desvaríos de Maduro llegan hasta decir que “paramilitares” relacionados con la oposición iban a asesinar a Leopoldo López y que él lo salvó poniéndolo preso. La esposa de Leopoldo le salió al paso: “El supuesto plan para asesinar a López era una excusa para llevárselo preso”.
Los venezolanos y el mundo –como demuestra el texto de Felipe González– contemplamos horrorizados la degradación moral, política y económica del régimen: psicópatas asesinos convertidos en instrumento para seguir persiguiendo a la oposición y al “imperio”, mientras Venezuela es amputada y descuartizada por la escasez, el hambre, la inflación, la impunidad, la corrupción y la violencia de un gobierno que está llegando a su fin. La alarma de Otero a Maduro así lo advierte: “Renuncia, adelanta las elecciones o será el caos”.