Eran las 12:00 de la madrugada del domingo cuando los empleados del Comando Antiexplosivos de Protección de Planta de Ferrominera Orinoco (FMO), recibieron un aterrador llamado de emergencia. El interlocutor del radio portátil era Carlos Alberto Contreras; uno de los integrantes del equipo que desde hace 19 años resguardaba la seguridad patrimonial de la empresa.
Frenny Kelly Granado / Primicia
Anunció que estaba herido y que quienes le dispararon fueron un par de garimpeiros que sorprendió mientras hacía su recorrido nocturno de rutina. El hombre de 51 años especificó a sus compañeros el sitio exacto en el que estaba, así que con la precaución que ameritaba el caso, se apresuraron para buscarlo.
Pero cuando llegaron Carlos no estaba donde explicó, por ello tuvieron que rastrear el área para ubicarlo. Fue entonces que lo consiguieron malherido y aun agonizaba. El tiroteo presuntamente se originó en el patio de briquetas, ubicado en el interior de Ferrominera Orinoco, pero no fue ahí sino en el área de aglomeración de chatarras donde quedó; es decir, a unos 200 metros de distancia.
Tenía tres heridas causadas por el paso de proyectiles; una en el rostro, otra en el tórax y una en la pierna izquierda. Mientras luchaba por mantenerse con vida fue llevado por sus compañeros al Hospital de Clínicas Ceciamb, donde ingresó a la 1:00 de la mañana.
Pocas horas pasaron para que perdiera los signos vitales. Trascendió que los galenos que recibieron la emergencia lo intervinieron quirúrgicamente, pero en la operación murió. Para entonces ya eran las 4:00 a.m. y sus familiares se habían dado cita en el área de urgencias de la clínica.