Luis Barragán: Vicisitudes fotográficas

Luis Barragán: Vicisitudes fotográficas

thumbnailluisbarraganImpresiona no sólo la frecuencia de los crímenes más atroces, en un país presuntamente acostumbrado a las noticias de la morgue, sino la inmediata vinculación que las autoridades públicas establecen con la oposición. Por absurdo que parezca, pretendiendo dar un mazazo moral, no tiene reparo alguno en forzar un vínculo inaudito a la vez que el Estado admite implícitamente su incompetencia para combatir el delito.

El protagonista de estos días, es un descuartizador urbano que tuvo por aparente afición la de fotografiarse con los más connotados dirigentes democráticos, algo insuficientemente válido para denostarlos y amenazarlos con las más insólitas e impredecibles implicaciones policiales y judiciales. En la era del selfie, cualquier figura pública es requerida para una instantánea que jamás debe comprometerla, pues, obviamente resulta impensable una selección previa de las personas que se les acercan en los más inauditos lugares y circunstancias; por lo menos, antes podía evitar una exacta rúbrica personal ante el asedio de un avieso cazador de autógrafos.

Criterio contradictorio, se ha dicho con razón que las gráficas (des) conocidas de Walid Makled se convertirían en una fuente probatoria irrefutable para considerar y condenar a justos y pecadores que lo acompañaban, como narcotraficantes, por ejemplo. E, igualmente, luce legítimo presumir que José Pérez Venta, sindicado como el abominable homicida, es un agente de los servicios de contrainteligencia infiltrado exitosamente en los predios libérrimos de una oposición a la que no se le puede pedir siquiera el empleo de un detector de metales, también expuesta al hampa de las más variadas intenciones, incluyendo la política.





A veces, sin posibilidades de constatarlo, hay quienes oyen la advertencia de sitios frecuentados por individuos de dudosa fama y, por muy grato que sea la cafetería, otro ejemplo, el dirigente político no se expone a una trampa de las perspectivas que lo conviertan gráficamente en el animado contertulio del delincuente. Nunca resultan eficaces todas las precauciones, siendo la mejor la de evitar situaciones en la medida de lo posible.

Los regímenes totalitarios suelen urdir casos que generen una masiva conmoción en el orden moral, imponiendo la más arbitraria versión que les sirva para un rápido y dramático contraste, frente a toda disidencia, oposición y hasta militante indiferencia.  Y poco les importa que el más obsceno ardid los delate, ya que economizan ideas y esfuerzos a favor de las más burdas maniobras.

@LuisBarraganJ